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Columna
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Ramba: acorralada

Jesús Ruiz Mantilla

No hay nadie que aproveche mejor las adversidades que Espe. De verdad. Es un crack. La habíamos visto salir ilesa de un accidente en helicóptero con el desparpajo de un marine vestido de Chanel y llegar tan pancha al aeropuerto después de sobrevivir a un atentado terrorista en calcetines. Pero como mejor se desenvuelve ella es en otras junglas. Más cuando se encuentra acorralada por todas partes. Es entonces cuando saca a relucir un instinto de supervivencia propio del mismísimo Rambo y lo siembra todo de minas, pero sin despeinarse.

Hay que ver la de pepinazos que le han caído encima esta temporada a Aguirre y su dream team de Mortadelos, Filemones y organizadores de eventos. Primero, lo de los espías. Después, la sospechosa ristra de choriceo con imputados en su propio Gobierno que va salpicando basura a su alrededor. Se la veía mustia y desconcertada. Sólo quienes teníamos confianza ciega en su instinto demoledor no dudábamos de que recuperaría el timón.

La presidenta ha demostrado que luce como nadie el gen de la chulería madrileña

Y así fue como salió a escena. Un gran teatro era lo que necesitaba para darle la vuelta a la tortilla y chulearse ante todos los madrileños con ese garbo zarzuelero que Dios y la desfachatez al tiempo le han dado. Una, seguro que le viene por intercesión del propio Rouco. La otra es de fábrica. Marca de la casa. O quizás ya ha empezado a asesorarle el propio Albert Boadella, gratis total, incluido en el precio que le pagan por dirigir los Teatros del Canal y montar espectáculos nada ácidos con el poder que le ampara. Para tablas, las suyas. Más que Lina Morgan.

Esta semana, la presidenta ha demostrado que luce como nadie el gen de la chulería madrileña. Ese gracejo insolente y descarado que tan bien entienden en las corralas de Lavapiés. La dejas suelta y te baila un chotis con el diablo. Es algo que sus contrincantes no entienden. Algo que se empeñan en despreciar y que deberían más bien ir copiando.

Empezando por la sosa e impotente oposición, en la que sólo Inés Sabanés sabe mantener el tipo pidiendo la única salida que la decencia deja abierta a la líder del PP: que dimita. Que se largue y aquí paz y después gloria. Por no hablar del pobre Mariano, incapaz de poner la mano en el fuego por ella, algo que a la larga le viene bien a la mujer por una sencilla razón. ¿A quién coño le importa que Rajoy ponga la mano en el fuego por nadie? ¿Qué garantía es ésa? A mí, sinceramente, es que me la traería al pairo.

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Lo del jueves pasado en el pleno de la asamblea no tuvo desperdicio. Igual que el paripé montado para la comisión de los espías. Una mera treta para escaquearse de la investigación interna que no ha tenido pelotas de llevar a cabo su partido. Todo ha superado al precedente inmediatamente anterior. Aquel "mira como tiemblo" con el que se rio a la cara de los representantes ciudadanos. Llegó luciendo una chaqueta roja con estrellas blancas que dijo haber comprado en H&M. Esa mezcla explosiva de aristócrata protopija que compra en saldos superguays es que vuelve locos a sus fans. Su populismo de semana fantástica no tiene límites.

Mientras ella farda con esas cosas, el azote Bermejo sale de cacería para hacer un homenaje al Azcona y al Berlanga de La escopeta nacional. De paso hace el ridículo y le proporciona un caramelo al PP para que desvíen el disparo. Como si hubiesen llegado ayer. Lamentable. Cuanto antes se vaya este campeón del Gobierno, antes se le acabaría al PP el momio de la nueva teoría conspiratoria. Ellos verán lo que hacen.

Mientras, con el patio de nuevo revuelto, el aguirrismo y sus boys están en su salsa: ¡viva la bronca! No hay más que fijarse en la cara de Ignacio González, de Granados y el maromo Güemes. Llevan encima la sombra de haber tramado un tinglao tipo Stasi pero sonríen. Mientras haya jaleo, ellos lo pasan en grande con su jefa pizpireta. Al tiempo, mientras vacilan al personal, le dan a todo la vuelta y desmantelan el estado dejándonos a todos en bragas. Abaratan la democracia, la dejan sin armas, aniquilada en sus raíces éticas y estéticas. Da lo mismo. No podíamos esperar otros métodos con un Gobierno cuya historia comienza tras el tamayazo.

El caso es salir a escena y no mostrar debilidad. Cuando tienen a la justicia dando golpazos en la puerta y Aguirre está realmente acorralada, echan unas risas. Antes de que la veamos con una cinta en el pelo gritando: ¡no siento las piernas! se dará rímel y se repasará con polvillos el maquillaje de la cara sentada en su escaño, envuelta en su rebequita con la bandera de la Comunidad de Madrid como una Agustina de Aragón. Genio y figura.

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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