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Elecciones 1-M | La campaña

Feijóo se presenta como el adalid de la regeneración democrática

Pide perdón "en nombre de la política" por el "secuestro de mayores"

Las encuestas bailan, el escaño 38 no está ni mucho menos garantizado para el PP y las promesas suben de tono. No bastan ya pequeñas rebajas fiscales o reformas de consellerías. El candidato Alberto Núñez Feijóo propuso ayer en Ribeira "cambiar la historia del país".

Su discurso es el de un hombre sin pasado. O al menos, poco relacionado con quienes mandaron 16 años en Galicia. En Ribeira pidió "empezar de cero". El búmeran de denuncias sobre gastos en mobiliario que le devolvió el PSOE lo sorteó con un par de frases. "Nunca compré una mesa, utilicé las que había, es todo lo que he de decir".

Cierto. No añadió una sola palabra. No puso la mano en el fuego por las compras de sus colegas de Gobierno ni ofreció una explicación convincente sobre la desaparición de sillas y mesas mileuristas en la Xunta del PP.

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A esa misma hora, media docena de líderes nacionales del PP repartidos por pueblos grandes y pequeños repetían en cada acto que Galicia no se merece un Gobierno "que vive a todo trapo". La letanía resulta en los sondeos, así que el guión se mantiene. "No compraré un coche que cuesta como 24 ambulancias del Sergas. No me sentaré en tronos como los de los Reyes Católicos", comprometió Feijóo. Esa era su munición preferida contra el bipartito. Hasta que el BNG desvió una excursión de jubilados a un acto de Quintana. Desde entonces, denuncia "el secuestro, la falta de respeto a los mayores, a nuestros padres y abuelos a quienes debemos todo".

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Ambos episodios empujaron a Feijóo a "pedir perdón en nombre de la política". "Lamento la imagen que estamos dando los políticos", confesó. El plural fue mayestático no anticipó autocrítica sino nuevas ofertas trascendentes: "Prometo regenerar la política y si cometemos errores, pediremos perdón después de depurar responsabilidades".

La comida mitin había recuperado el clásico menú de empanada, pulpo y carne ó caldeiro que acompañaban a Fraga y a ratos también regresó Feijóo al galleguismo de su predecesor al frente del PP. O eso parecía cuando tomó prestado un párrafo del poema Da terra asoballada, de Ramón Cabanillas. "En pé, sereos, a limpa frente erguida envoltos na brancura da luz que cai de riba", declamó desde el estrado.

El líder del PP frenó la estrofa justo a tiempo, antes de adentrarse en la luchas contra Castilla, y dejó ver que había adaptado el himno nacionalista para animar a los suyos. En el acto siguiente despachó cualquier duda al respecto. Tiró del castellano por primera vez en campaña para hacer causa sobre la lengua, un tema aparcado en la primera semana de mítines rurales. "No quiero que se obligue a nadie a hablar en gallego, nunca diré desde el Gobierno a los padres cómo deben educar a sus hijos".

El anuncio mereció la ovación cerrada de 500 incondicionales. A todos les previno Feijóo contra las encuestas de los periódicos. "Este fin de semana saldrán más, ahora nos dan 36. Las de hace tres años daban 34 como máximo y sacamos 37. Pero lo que valen son los votos. Sólo el PP puede hablar en un día con 5.000 personas". Feijóo lo logró ayer en una jornada imposible. Visitó A Coruña, Betanzos, Abegondo, Ribeira, Rois, Vilagarcía y Baiona. Hoy despierta en Vigo.

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