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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Stephen Kim Sou-hwan, el primer cardenal de Corea

Combatió la dictadura y contribuyó a instaurar la democracia

Los papas del Concilio Vaticano II, Juan XXIII y Pablo VI, tenían en común una aversión radical hacia todo tipo de totalitarismos. No era pequeña novedad a mediados del siglo pasado, con la Iglesia católica aún convaleciente de sus sucias connivencias con los peores dictadores de la época. La penitencia fueron dos decisiones conciliares que casi les cuesta un cisma: la aceptación de la libertad religiosa y de conciencia como derechos fundamentales de la persona, y la necesaria separación del Estado y la Iglesia.

No todos los obispos conciliares aceptaron la decisión -menos que nadie, los españoles, abrazados al caudillo Franco durante una década más-, pero hubo muchos que cimentaron sobre ese compromiso su grandeza. Entre ellos destaca Stephen Kim Sou-hwan, poco más tarde nombrado por Pablo VI primer cardenal de Corea del Sur en la historia del catolicismo.

Kim Sou-hwan falleció el 16 de febrero en el hospital católico St. Mary en Gangnam, de Seúl, a los 87 años. Fue un líder religioso indiscutible y un gran impulsor de la lucha del pueblo surcoreano hacia la democracia. Eso le convirtió en un hombre respetado por los diferentes sectores, como se ha subrayado estos días. Se ha escrito, incluso, que figuraba entre los tres hombres más influyentes del país.

Había nacido en 1922 en la ciudad de Daegu. Cuando en 1969 fue designado cardenal de Seúl por Pablo VI, se convirtió en el más joven del momento en todo el mundo. No decepcionó al pontífice romano. Impulsó en Corea una profunda renovación de las estructuras diocesanas, con particular implicación de los laicos, y dedicó atención especial al diálogo con los no cristianos y a coordinar esfuerzos comunes en el campo caritativo y asistencial.

Pese a un lavado de imagen muy eficiente en los últimos años, Corea del Sur fue el siglo pasado un país terrible para los amantes de la libertad y los defensores de la democracia parlamentaria como sistema de Gobierno. Detenciones, torturas, muerte, exilios, nada era ajeno a la dictadura que asoló a ese pueblo durante décadas, tras la descolonización y posterior partición de la península en dos Estados. El cardenal Kim Sou-hwan fue siempre una luz para los perseguidos, valiente en una situación política interna de la que el Vaticano estuvo a veces muy distante. Sus declaraciones e iniciativas en defensa de los derechos humanos, de los trabajadores y de la democracia fueron con frecuencia decisivas.

Varias veces presidente de la Conferencia Episcopal coreana, también presidió la Federación de las Conferencias Episcopales de Asia y el Consejo de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos. En la primavera de 1998 fue el presidente-delegado del Papa en la asamblea especial para Asia del Sínodo de los Obispos, reunido en el Vaticano.

Stephen Kim Sou-hwan, con Teresa de Calcuta, en Seúl.
Stephen Kim Sou-hwan, con Teresa de Calcuta, en Seúl.REUTERS

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