289 partos y dos columpios
Novo Mesoiro, el barrio más joven de A Coruña, reclama infraestructuras de ciudad
El año pasado, en el barrio coruñés de Novo Mesoiro nacieron 289 bebés. Sólo en uno de los edificios, coincidió que vivían 36 mujeres embarazadas. La población de esta nueva ciudad fuera de la ciudad, separada de A Coruña por un polígono industrial y unas comunicaciones pésimas, se ha duplicado desde marzo, cuando el nombre del barrio apareció en la prensa de toda España por su oposición al realojo de chabolistas de Penamoa. "Entonces éramos 2.000, y al Ayuntamiento no le quedó más remedio que recular en sus planes. Pero ahora somos 4.000", advierte Óscar Mena, el presidente de la asociación de vecinos. Cuatro mil coruñeses de una media de edad de 30 años, "hijos y hermanos de otros coruñeses que viven en el centro y también votan".
El año pasado, en un solo edificio, vivían 36 mujeres embarazadas
Novo Mesoiro es el barrio más joven y el de mayor crecimiento demográfico de A Coruña. En seis años han trepado monte arriba enormes bloques de pisos de protección oficial (88 metros cuadrados, 120.000 euros) con el polígono de Pocomaco, en fase de ampliación, a sus pies. Cuando por las tardes salen a pasear las familias, pueden elegir entre atravesar unos matorrales de silvas y toxos llenos de basura para merendar en las mesitas de madera con vistas a las naves industriales. O bien ponerse a la cola para montar unos minutos en alguno de los dos columpios que hay en el barrio.
"El alcalde [Javier Losada, PSdeG] acaba de anunciar a bombo y platillo 89 parques infantiles para la ciudad", dice Mena. "¿Te crees que viene alguno a este barrio? Pues no. Y nadie nos hace descuento en los impuestos por estar en el extrarradio".
Todo a lo largo del bulevar que vertebra Novo Mesoiro se anuncian los presupuestos para este año: "Orzamentos municipais 2009. Funcionan!". Y en la asociación vecinal piensan que el gobierno local se está "recochineando" de ellos. "Anunciaron 400.000 euros para una gran área infantil; y 700.000 para un colegio en 2007 que no se llegó a construir. El centro de salud lo prometen todos los años, pero nunca llega, así que hay que seguir yendo hasta el barrio de Elviña, donde hay un solo pediatra que no da abasto".
En Novo Mesoiro, al concejal de Infraestructuras (Esteban Lareo) lo han bautizado como Pinocho Lareo. "Supongo que nadie de su partido se atreverá a presentarse en la zona para pedir el voto, porque le reventamos el acto", amenaza el representante vecinal, "tanto él como Touriño nos hicieron promesas que nunca cumplieron... Son mentirosos compulsivos". La única inversión que prevén los presupuestos locales en el barrio, según Mena, "es una de 600.000 euros para rehacer la cimentación de la guardería", una obra imprescindible que "se estaba cayendo a medida que la construían". Cuando al fin se inaugure, ya se habrá quedado pequeña, porque sólo va a tener 70 plazas. "Y para muchas como yo no va a llegar a tiempo", lamenta mientras se acaricia la barriga de ocho meses Ana María Gutiérrez, una de tantas mujeres que se quedaron preñadas al llegar aquí. "La obra está parada, ahí no trabaja ni Dios".
Lo único que parece salir adelante es el polideportivo con centro cívico que los vecinos obtuvieron "directamente del Estado". Tendrá que estar construido en diciembre. Y un año más tarde, debería estar la piscina. Una promesa, nuevamente, del Ayuntamiento. "Pero de la parte del BNG, que sí que está cumpliendo", puntualiza Óscar Mena.
Cada vez que se reúnen con él, los vecinos le recuerdan al alcalde que "el futuro de A Coruña está en Novo Mesoiro". Y el plan de Busquets para la ciudad parece darles la razón, porque prevé que el barrio seguirá creciendo hasta, al menos, duplicarse. En el corazón del polígono de viviendas se levanta un bloque gris y blanco con 274 apartamentos de alquiler protegido (de 290 a 420 euros). "Es el proyecto que más ilusiona al jefe", cuenta el encargado de la oficina de arrendamientos, en la planta baja: "Cuando vendió Fadesa, Manuel Jove no quiso deshacerse de este solar, invirtió 23 millones, diseñó él mismo los muebles de los apartamentos y a mediados de octubre empezamos a alquilar".
El 1 de noviembre entraron a vivir 66 inquilinos de 18 a 35 años, y en verano estarán ocupadas todas las viviendas. La más grande mide 45 metros cuadrados, pero la falta de espacio no ha impedido que los vecinos también hayan empezado a procrear. En medio del pasillo, hay un salón comunitario que fomenta la vida social. "¡Parece la serie esa de Beverly Hills!", bromea uno de los colegas de Luis Rabuñal, que han venido a echarle una mano con la mudanza.
Hoy a Luis, que se crió en O Birloque, le entregan las llaves del apartamento 1311 (el edificio está numerado como los hoteles). Tiene 30 años y trabaja cargando camiones en Inditex. Ahora va a pagar 360 euros al mes, 90 menos de lo que estaba apoquinando "en negro" en la zona de Santa Gema por un piso "que no tenía ni bombillas". Aquí, el apartamento "a estrenar" viene montado de serie, con electrodomésticos, lámparas de diseño y hasta un sofá al que la promotora le ha puesto el nombre de "sueños". "Somos una fábrica de sonrisas", asegura el empleado de Inveravante, el grupo inversor de Jove, "con nosotros vive hasta un repartidor de Telepizza casado al que nadie le quería alquilar". Luis, soltero y sin compromiso, está muy ilusionado. De momento, a él no le cabrean las obras de la guardería.
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