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Reportaje:Los escándalos que afectan al PP

Veranos en Las Gacelas junto a Aznar

Jóvenes del PP aglutinados por Agag en el 'clan de Becerril' formaron un club político con el que flirtearon Correa, Álvaro Pérez, López Viejo y Jacobo Gordon

Daniel Verdú

Cuando se acercaba la primavera y el verano, algunas personas sabían que tenían una cita obligada en la sierra madrileña. Otras, esperaban una llamada. Si había suerte, al otro lado del teléfono sonaría la voz de alguien del entorno de Alejandro Agag. El mensaje era una invitación al encuentro anual de Becerril de la Sierra con jóvenes promesas del PP y al que acudiría el entonces presidente del Gobierno, José María Aznar. Un encuentro por el que se dejaron caer en varias ocasiones tres de los imputados ahora por el juez Garzón (Francisco Correa, Álvaro Pérez y Jacobo Gordon) y el ex consejero de Aguirre Alberto López Viejo, obligado a dimitir por el escándalo de corrupción.

En aquella época, finales de los noventa, Aznar consumía su primera legislatura. Un grupo de entre 10 y 15 jóvenes del partido llevaba años celebrando una cena mensual en un restaurante cercano al Palacio Real. La bautizaron como la Polvera, en honor a una edición de la Constitución que se guarda en el Congreso. A la mesa se sentaban figuras destacadas de Nuevas Generaciones como Esteban González Pons, Juan Manuel Moreno, José Ignacio Echániz, Francisco Camps, Sigfrido Herráez o Tomás Burgos. Cada noche había un invitado distinto que daba una charla y al que se le hacían preguntas.

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Agag, según los asistentes, no era un habitual de la velada. "Quizá vino alguna vez. Él era más joven que esa generación", explica un asistente. Pero, a partir de 1996, el futuro yerno del presidente del Gobierno obtuvo un cargo de asesor en La Moncloa. Apoyado por Carlos Aragonés (asesor del gabinete de Aznar y marido de la consejera madrileña de Educación, Lucía Figar), y tomando como núcleo original al de la Polvera, crearon lo de Becerril.

Entonces Agag era Alejandro y no era aún el yerno de Aznar ni el amigo íntimo de Flavio Briatore o Silvio Berlusconi; ni siquiera el heredero natural del imperio de la Fórmula 1 o el dueño de un club de fútbol. Era sólo un joven del PP con talento desmesurado para las relaciones públicas que iba a cruzar la corta pasarela que une política y negocios. Y todos los que estaban ya a un lado y a otro empezaban a querer un asiento junto a él.

Los que se quedaban fuera de aquel clan lo consideraron un club demasiado selecto. "Se pavoneaban, parecía que si no eras de Becerril no eras nadie", explica un miembro del partido que ha ocupado cargos de responsabilidad en la Comunidad de Madrid. Los que asistían no veían esa exclusividad. "No es que fuera cerrado, es que la relación que teníamos entre nosotros era de una amistad muy fuerte". Porque ésos, los amigos, y no los 40 que podían llegar a ir un fin de semana a la sierra, conformaban el núcleo duro del clan, que se reunía en el hotel Las Gacelas, de tres estrellas y reformado hace 10 años.

Agag se convirtió en maestro de ceremonias de unos encuentros a los que no fallaban la actual consejera de Educación, Lucía Figar; el diputado nacional José Ignacio Echániz; el ex concejal de Vivienda, Sigfrido Herráez; el hoy jefe de Gabinete de Rajoy, Jorge Moragas; el presidente de la Generalitat valenciana, Francisco Camps; el concejal de Madrid, Enrique Núñez o Adolfo Suárez Illana. "La única característica de aquel encuentro era que todos éramos menores de 35 años, militantes del PP y admiradores de Aznar", explica uno de los fundadores de la Polvera.

Un escenario perfecto para los que querían mandar y para los que preferían influir, como Agag. Según varios asistentes consultados, Francisco Correa, presunto cabecilla de la trama corrupta y testigo de boda de Agag, se encargó de organizar una de aquellas reuniones. "La relación con Correa la tenía Agag. Y luego Correa la mantuvo como pudo con el partido. Pero él no tenía amistad con tanta gente del clan de Becerril", explica un miembro de las reuniones. También se dejó ver por ahí alguna vez Álvaro Pérez, El Bigotes, que además fue organizador de la ceremonia de boda de Agag. Pero ni él ni Correa eran aceptados. "Ellos no tenían mucho que ver con aquello, que básicamente eran unas jornadas políticas", cuenta un diputado.

Unas jornadas que comenzaban el viernes por la tarde y concluían con una comida dominical con el gran líder. En alguna ocasión se vio por allí a Jacobo Gordon, amigo íntimo y compañero de pupitre de Agag y ahora imputado por su vinculación con Correa. "Jacobo es una excelente persona. Quizá tuvo la mala suerte de que le ofrecieran participar en un negocio sin saber que eran unos piratas", explica un amigo suyo. Otro de los que anduvo por la sierra fue Alberto López Viejo.

Las reuniones se fueron apagando y Becerril se consumió paralelamente al interés de Agag por la política y su creciente ambición por los negocios. "Él era el alma. El final de aquello debió coincidir con su boda (2002) y su marcha fuera de España". Muchos de sus miembros ocupan hoy cargos importantes en el PP. El último encuentro de los becerriles, según uno de los asistentes, se celebró en La Moncloa. Esta vez, Aznar fue el anfitrión y no el invitado de honor.

Aznar conversa con Alejandro Agag en un encuentro del <i>clan de Becerril,</i> en mayo de 2000.
Aznar conversa con Alejandro Agag en un encuentro del clan de Becerril, en mayo de 2000.SANTI BURGOS

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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