"No nos prestaremos a hacernos fotos que no tengan contenido"

La decisión de algún delegado, que pidió que el voto fuera secreto (en urna) evitó a Comisiones Obreras del País Valenciano tener una nueva foto-oportunidad que plasmara el cierre de filas en torno a la elección de su nuevo secretario general, Francisco Molina, que salió elegido con el 85,7% de los votos emitidos. Se evitó así una imagen similar a la que se había producido por la mañana, cuando los delegados reunidos en el Palacio de Congresos de Valencia fueron llamados a votar el informe de gestión del secretario general saliente, Joan Sifre. El presidente de la mesa dijo: "votos a favor", y la sala se llenó de cartulinas rojas sostenidas en el aire. "Votos en contra": ninguno. "Abstenciones": dos. En total, la gestión de Sifre obtuvo un respaldado del 99,6%. Por primera vez en la historia de la organización nadie votaba en contra. El resultado abarcaba probablemente el reconocimiento del sindicato a los 12 años de liderazgo de Sifre.

El resultado era también lo bastante esperado como para que el jueves algún miembro de la dirección comentara, medio en serio medio en broma, que el secretario general saliente tenía que buscar algún titular que dar a los medios, alejando así la posibilidad de que resumieran la jornada como un congreso a la búlgara.

La votación en urna de la candidatura de Molina, con 366 votos a favor, 56 en blanco, y cuatro nulos (no existe la posibilidad de votar en contra), impidió también comprobar quiénes se habían resistido a la propuesta unitaria. Resultaba fácil imaginar, sin embargo, que la moderada oposición procedía de la corriente crítica, de (Fecoma) la Federación de Construcción, Madera y Afines y menos probablemente de algún descolgado de la candidatura de Manuel Picó, ex secretario general de la federación de Educación, que acabó integrándose en la de Molina.

Sifre se marcha con un apabullante aval a su gestión: CC OO-PV ha consolidado en estos últimos cuatro años el primer puesto en las elecciones sindicales, con 14.889 delegados elegidos frente a los 14.141 de UGT-PV; y con un gran crecimiento en número de afiliados, al haber asado de 112.199 a 141.583. El gran apoyo recibido por su sucesor indica que además del éxito en el exterior, Sifre deja después de 12 años una organización donde las diferencias internas han quedado encauzadas en un proyecto común. Cuando fue elegido, en 1996, en un periodo de grandes turbulencias en la central, lo hizo con un 56% de votos a favor y un 36% en contra.

El secretario general saliente afirmó que ha llegado la hora de que el sindicato pase "a la ofensiva para manifestar el malestar de los trabajadores" y el rechazo a las propuestas que pretenden hacer de los trabajadores los "paganos" de la crisis. Después, siguió, de haber "mantenido durante todo este tiempo una posición coherente cuando otros estaban repartiéndose la renta de una manera codiciosa".

Sifre apostó por contestar a la oleada de despidos y a los mensajes de la patronal y de cargos oficiales con "movilizaciones en la calle y ante las instituciones". Francisco Molina, en lo que sonó más como una advertencia hacia la Generalitat que como una crítica hacia su predecesor, declaró que la organización "no se prestará a fotos que no tengan más contenido" que la misma foto.

El nuevo líder de Comisiones afirmó, durante la defensa de su equipo, que la candidatura unitaria había sido el "resultado de un proceso interno y de un compromiso importante" avalado por todos los secretarios generales de la confederación. Y que el tiempo demostraría que ese dato es muy importante.

La comisión ejecutiva nacional recibió 364 votos a favor, 51 en blanco y 12 nulos. La edad media de sus integrantes se acerca a los 48 años, y está compuesta por 12 mujeres y 11 hombres. De ellos, siete son nuevos y sólo uno continúa en el cargo desde aquel ajustado congreso de 1996.