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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Héctor Decio Rosetto, gloria del ajedrez argentino

Gran Maestro, jugó con el Che, Bogart o Marlene Dietrich

Era el orgullo de Bahía Blanca, como Manu Ginóbili, Alfio Basile, Pepe Sánchez, Ernesto Lazzatti y tantos deportistas que salieron de esa localidad bonaerense, importante puerto de salida para la exportación y gran nudo ferroviario, en el sur de la provincia. Hace dos meses levantaron una escultura en su honor, en la ciudad que lo vio nacer el 8 de septiembre de 1922. Murió el 22 de enero, en la capital, a causa de un infarto.

Héctor Rosetto, hijo de inmigrantes italianos, fue un notable ajedrecista que entre sus lauros ostentaba el de haber sido campeón argentino en cinco oportunidades y seis veces representante olímpico (Dubrovnik 1950, Helsinki 1952, Ámsterdam 1954, Varna 1962, Lugano 1968 y Skopje 1972). En esos tres primeros Juegos Olímpicos ajedrecísticos, Argentina se consagró subcampeona de los Juegos detrás de Yugoslavia y dos veces de la Unión Soviética, respectivamente. En Helsinki 1952, Rosetto conquistó la medalla de oro en su tablero, con un rendimiento del 80% (ocho triunfos en 10 partidas).

Eran momentos de apogeo del ajedrez argentino, en cuyos equipos militaban jugadores de la talla de Miguel Najdorf, Julio Bolbochán, Carlos Guimard, Herman Pilnik, Erich Eliskases y el jovencito Óscar Panno. Entre las grandes partidas de Rosetto que se recuerdan están sus tablas con Bobby Fischer y sus victorias ante ajedrecistas de la talla de Alekhine, Korchnói, Euwe, Uhlman, Ivkov y Pachman, entre otros grandes maestros. En el Torneo Magistral de Buenos Aires 1960 compartió el cuarto lugar con Larry Evans, Carlos Guimard y Mark Taimanov, detrás de Korchnói, Reshevsky y Szabó.

Era una persona humilde, cercana, de una gran calidez humana. De su matrimonio con Oneida nacieron dos hijos: Pablo y la actriz y cantante Cecilia Rosetto, de larga permanencia en España y gran éxito en los escenarios. Hincha del Boca Juniors, le gustaban los deportes y destacó notablemente también en billar y bridge.

Huérfano de madre con apenas un año, lo crió a saltos su padre, que era corrector de periódico y hablaba cinco idiomas. A los cuatro años comenzó a jugar ajedrez, a los 12 era campeón de Bahía Blanca y a los 14 años se largó a vivir solo a Buenos Aires. Sus duros comienzos lo llevaron a jugar por dinero, como es habitual en los cenáculos ajedrecísticos porteños, donde se dan ventajas por parte de los mejores para equilibrar los chances.

Entre las numerosas anécdotas que poblaban las charlas de café donde departía con amigos o aficionados, restallaban los relatos de sus partidas amistosas con Humphrey Bogart, Víctor Mature, Bing Crosby o Marlene Dietrich en Hollywood. Contaba que Bogart estaba siempre con el cigarrillo entre sus dedos y, cuando el maestro argentino resolvía alguna jugada difícil en el tablero, le decía en un español caricaturesco: "¡Bien, che!".

Precisamente con el Che Guevara, jugador de rugby y ajedrecista, coincidió en 1964 en el Torneo Magistral Capablanca en La Habana. Y allí estableció una gran amistad con el afamado compatriota. El Che le dijo: "Yo lo conozco mucho a usted, porque me hice hincha suyo al verlo jugar partidas rápidas en la Confitería Gran Rex de la calle Corrientes".

Rosetto contaba que Guevara odiaba que le dejaran ganar y sobre todo esas partidas en las que los ajedrecistas firmaban tablas rápidas de conveniencia. Fue amigo de Eva Perón, que le hizo comprar su casa, y de Margarita Xirgu, y jugó al ajedrez con el mariscal Tito. En 1950 le fue otorgado el título de Maestro Internacional y el de Gran Maestro en 1960.

Héctor Decio Rosetto, durante una partida.
Héctor Decio Rosetto, durante una partida.

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