El grupo EADS mantiene la apuesta por el avión militar A-400 M
La dirección del grupo aeronáutico europeo EADS rechazó ayer los rumores sobre las dificultades que atraviesa el proyecto del avión de transporte militar A-400 M que se ensambla en Sevilla y las consecuencias en el proceso de integración de la división de transporte militar en Airbus decidida a finales del pasado año. Al mismo tiempo confirmaba su "compromiso total para llevar a cabo el programa" y agradecía "el apoyo público mostrado por los senadores" en la reunión del Parlamento francés celebrada ayer.
Salía así al paso de las publicaciones que han salpicado la prensa en los últimos días. Según Financial Times, se han producido incluso tensiones entre el consejero delegado de Airbus, Tom Enders, y el responsable de la división de transporte militar, Carlos Suárez. Por su parte, Le Figaro volvía a hacer hincapié en los retrasos del programa que habrían supuesto ya un coste de 5.000 millones de euros y fijaba las primeras entregas, citando un informe interno de la compañía, a finales de 2012.
Gobiernos clientes
EADS sin embargo, señaló en relación con los sobrecostes anunciados que "no hay ninguna novedad que se pueda dar a día de hoy [por ayer] más allá de la provisión de 1.700 millones de euros ya aportados". El resto se desconoce mientras no haya un plan industrial cerrado que incluya la disponibilidad de los sistemas y no se sepa la respuesta de la Organización Conjunta de Cooperación en Materia de Armamento (OCCAR) a las propuestas de EADS sobre ciertas especificaciones técnicas y contractuales del programa.
El presidente de EADS Casa y director de la División de Aviones de Transporte Militar, Carlos Suárez, comentaba hace unos meses que se trataba de un programa lanzado bajo un concepto de "aproximación comercial", cuando no lo es, por lo que la industria había asumido unos riesgos a coste fijo excesivo. "Los retos tecnológicos son muchos y sin embargo hemos acordado un precio fijo que a largo plazo puede suponer un quebranto económico importante".
Según Suárez, el desarrollo del mismo está sujeto a unas estrechas relaciones con los clientes, -los Gobiernos europeos- y está sometido a muchas condiciones. Entre ellas las reclamaciones que estos mismos Gobiernos podrían realizar por los retrasos y que podrían acabar con el mismo.
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