Golpe de autoridad de los Lakers
Un partidazo de Odom, secundado por Gasol, termina con la buena racha de los Cavaliers
En el partido de Kobe Bryant y LeBron James, Lamar Odom robó los focos a los dos mejores jugadores de la NBA con una actuación estratosférica . No sólo lo explican los números, concluyentes cuando se habla de 28 puntos y 17 rebotes, sino que fue el artífice del cambio de tendencia del duelo en el tercer cuarto. Dominando el campo en ambos lados, Odom se merendó a los Cavaliers, que no pudieron responder a la intensidad y el acierto de un hombre que, por momentos, parecía omnipresente. De su mano y en un encuentro en el que los secundarios brillaron más que los protagonistas, los Lakers dieron un tremendo golpe de autoridad. Mantienen el mejor balance de la NBA; terminan con el inmaculado registro de Cleveland en su cancha (23-0 hasta ayer); concluyen sin una derrota su exigente gira por el Este, visita a los Celtics incluida, y vuelven a Los Ángeles con la mayor de las confianzas en su futuro. Todo ello, en un día en el que Bryant jugó enfermo, y se notó, y en el que Gasol pareció acusar el cansancio del maratón vivido en las últimas dos semanas. Aun así, llegó a tiempo de rematar el encuentro con sus tiros libres y un machaque a falta de poco más de un minuto que dio por finiquitado el lance.
CLEVELAND 91 - L. Á. LAKERS 101
Cleveland Cavaliers: B. Wallace (2), L. James (16), Z. Ilgaukas (22), M. Williams (19), A. Pavlovic (5) -cinco inicial-, W. Szczerbiak (16), A. Varejao (6), D. Gibson (5) y J. Hickson (0).
Los Ángeles Lakers: L. Odom (28) (17 rebotes), L. Walton (7), P. Gasol (18) (12 rebotes, 6 asistencias y 1 tapón), D. Fisher (13), K. Bryant (19) (3 rebotes y 2 asistencias) -cinco inicial-, J. Farmar (2), T. Ariza (6), S. Vujacic (4), J. Powell, 4 y C. Mihm (0).
20.562 espectadores en el pabellón Quickens Loan Arena.
Lo que son las cosas. La semana pasada, Bryant cayó sobre la rodilla de Bynum y un escalofrío recorrió la espina dorsal del equipo de Phil Jackson. Lo primero que vino a la cabeza fue la final de 2008, dominada por los Celtics y en la que se echó mucho de menos al joven pívot. Es evidente, y más viendo jugar a Bynum en el mes anterior a su lesión, que su ausencia resta poderío, pero ha provocado dos efectos beneficiosos. El primero, que Gasol vuelve a jugar con más espacio y así puede aprovechar su mayor velocidad respecto a los armarios a los que se debe enfrentar ahora. Resultado: 25,6 puntos de media en los cinco partidos que ha faltado Bynum, ocho más de su media hasta ese momento. El segundo, la vuelta al quinteto titular de Odom. Por lo visto ayer, una bendición.
El partido tuvo dos partes bien diferentes, pero hubo cosas que no cambiaron en los 48 minutos, una de ellas de importancia capital. James jugó uno de los peores encuentros que se le recuerdan. Culpa tuvo la defensa de los Lakers, que se arriesgaron a que otros jugadores como Ilgauskas, Williams o Szczerbiak tuvieran más libertad, pero que no se descuidaron ni un solo minuto en la vigilancia de la megaestrella James. Bryant y Ariza se pegaron a él como una lapa y, cuando intentaba entrar a canasta, se encontraba con Gasol, que le hizo fallar varios tiros y puede que buena parte de su confianza. Pero también le pudo su propia ofuscación. Al principio, pareció que su poca productividad obedecía a la intención de tener el mayor número de compañeros metidos en el partido y que tarde o temprano llegaría su momento. Pero el encuentro acabó sin que llegase. Es más, sus últimos minutos fueron descorazonadores, tirando en malas posiciones y terminando totalmente descontrolado. Y sin James ya se sabe en qué queda el potencial de los Cavaliers.
En definitiva, gran éxito de los Lakers. Junio queda todavía lejos, pero estos partidos también tratan de marcar territorio con vistas a un nada descartable encuentro en las finales. No es asunto menor y de lo ocurrido se suelen sacar conclusiones muy aprovechables cuando llegue el momento de jugarse el título. Como, por ejemplo, conocer la mejor manera de parar a James. O saber que se puede ganar con Bryant bajo mínimos. En el terreno psicológico, en el que también se juega, eso cuenta mucho más que una victoria.
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