Final injusto
El periodista iraquí Muntadhar al Zeidi, que arrojó los zapatos al ex presidente George W. Bush, sigue encarcelado. El mismo Bush descansa plácidamente en su rancho de Tejas. A Toni Blair le han condecorado con una de las máximas distinciones del país más democrático del mundo y le han nombrado embajador especial para Oriente Medio. José María Aznar, ferviente católico, viaja por el mundo en loor de multitudes, a 30.000 euros la conferencia, hablando de libertad. Los tres de las Azores ordenaron acciones de guerra que han ocasionado la muerte de centenares de miles de personas y el sufrimiento y la pobreza para generaciones de iraquíes. Pero quien se pudre en la cárcel es un periodista que utilizó la palabra y los zapatos para denunciar los crímenes cometidos contra los suyos.
El resultado de la ecuación es pura educación para la ciudadanía: gana y triunfa quien hace daño. Pierde quien hace el bien y quien actúa conforme a lo que siempre le han enseñado sus mayores y sus maestros.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.