Abrir el grifo
Mi hermano quiere un crédito. Tiene 36 años y desde los 18 es empresario. No ha cambiado nunca de banco. Mantiene varios negocios y ahora la ilusión le impulsa a empezar uno nuevo. Perfecto perfil para la propaganda gubernamental, pero el anuncio chocó con la realidad: le han denegado la financiación. Está claro que los grandes titulares y los compromisos entre corbatas sólo son palabras bonitas, las consignas internas en los bancos son otras: el grifo no se abre.
El problema ahora es la falta de confianza, y ésta sólo se puede recobrar con la proximidad, con el trato directo, con el "hola, Paco", y no en la distante relación con un departamento de riesgos de una entidad financiera que a través de cuatro documentos y un análisis frío del historial de una solicitud evalúa la viabilidad de un proyecto. Descentralicen la gestión del riesgo de sus bancos y permitan que sus peones de las sucursales puedan conceder créditos a sus clientes al amparo no sólo de papeles e historiales, sino por la confianza que le pueda transmitir esa persona que conoce seguramente desde hace mucho tiempo. Olvidémonos de la globalización y de analistas con másteres del universo, volvamos a la microeconomía, a la proximidad, al barrio, y desde ahí forjemos de nuevo los cimientos de la confianza para volver a reconstruir la macroeconomía. Señores de los dineros: crean más en el pueblo y menos en gurús como Madoff.