Búsqueda en papel y pantalla
La ciudad de Sevilla se moviliza para encontrar a la joven Marta del Castillo
"Marta del Castillo Casanueva, edad 17 años, 1,65 metros de altura, ojos verdes oscuros. La última vez que se la vio fue el sábado, día 24 de enero de 2009, a las 21.30. Llevaba puesto pantalón vaquero, jersey blanco con mangas rosas, cazadora de pana color negra y palestino fucsia. Por favor, si alguien la ha visto, póngase en contacto llamando al 091". Carteles con este ruego empapelan desde el pasado lunes las farolas, postes, estaciones y paredes de Sevilla.
La última persona que vio esta descripción fue una vecina de la joven, dentro del vestíbulo de su bloque de la calle Argantonio de Sevilla. "Marta me abrió la puerta y después se quedó en el rellano como si esperara a alguien", asegura la vecina.
"Por favor, no nos abandonéis", pide la familia de la joven desaparecida
Cinco días después de su desaparición, la cara de Marta ha dado la vuelta al mundo. La movilización masiva de compañeros de clase, amigos del barrio, vecinos e incluso desconocidos ha sido inmediata y sobrecogedora: la velocidad con la que funciona Internet y el ansia de los voluntarios pegando carteles ha facilitado la inusitada oleada de información que ha provocado la desaparición de la joven.
Familiares y amigos ayudan sin descanso bajo la premisa de que cuanto más personas vean su rostro, mejor. Los padres de la niña Mari Luz Cortés, que pasaron por una situación parecida, visitaron ayer a los de Marta. Ellos valoran este multitudinario movimiento. "Es importante que todos la conozcan".
Los amigos han creado un evento en la red social Tuenti con la descripción de la joven, le han hecho un perfil en Facebook y han realizado fotomontajes en YouTube. Centenares de internautas han visitado estas iniciativas y personas de Latinoamérica, Europa y el resto de España están imprimiendo el cartel para pegarlo en sus localidades.
En Sevilla ya se han fotocopiado cerca de 20.000 carteles. Una tía de la joven, Mari Carmen, organiza desde la asociación de vecinos toda la difusión. Trabaja escoltada por un plano de la ciudad dividido por áreas tachadas con rotulador rojo. "Ya están todos los barrios, ahora vamos con los pueblos" comenta. Transportistas, camioneros y taxistas también se acercan a la asociación a recoger carteles para que "lleguen hasta donde sea posible", dice Mari Carmen.
La casa de Marta es el centro de operaciones de toda la actividad mediática y de difusión. La puerta está abierta prácticamente todo el día. La cocina queda reservada para los familiares y el salón sirve de plató de televisión y sala de visitas para la multitud de periodistas y vecinos que se acercan al piso. Allí no paran de sonar teléfonos, pero ninguna llamada dura más de un toque. Antonio del Castillo, el padre de la joven, incluso se sube por encima del sofá para descolgar el teléfono fijo. La esperanza de que Marta pueda llamar en cualquier momento está latente, pero la espera es dura. En el salón hay fotografías suyas, tazas de caldo y baterías de móviles por doquier. Los familiares están conectados las 24 horas del día y las ojeras de sus rostros son prueba fehaciente de ello.
No descansan. Han conseguido en menos de una semana que los jugadores de fútbol profesionales se pongan camisetas con la foto de la chica antes de salir al campo, que les atienda el subdelegado del Gobierno de Sevilla, Faustino Valdés, y les llame el presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves. Y todavía quedan asambleas de vecinos, manifestaciones y concentraciones por la joven. Ayer, el cardenal Carlos Amigo ofició una misa "para dar fuerza a los familiares" y rogar "que Marta vuelva pronto".
El grupo de menores de la Policía, agentes de Homicidios y Pericias Informáticas, y refuerzos de Madrid investigan el caso, sobre el que el juzgado de Instrucción número 4 de Sevilla decretó ayer el secreto de sumario.
La familia no desespera. Se dirige a los medios con total entrega. "Por favor, no nos abandonéis nunca", suplica una tía.
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