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Reportaje:Aulas

Babel está en Lilliput

Los alumnos protestan por las malas condiciones de la Escuela de Idiomas de Cádiz

Los alumnos de francés de la Escuela Oficial de Idiomas de Cádiz cuentan con un aseo junto a su aula. En él hay urinarios (averiados), tres lavabos y varios inodoros, aunque poco prácticos: los sanitarios apenas llegan a la rodilla de sus usuarios, estudiantes de 20 años. Este aseo recuerda que la Escuela fue antes un centro de Primaria, un pasado reflejado también en la altura de algunas puertas o en la pintura de las paredes. Pese a los cuatro idiomas que se imparten en sus clases, más que una torre de Babel, el centro tiene detalles del pequeño mundo de Lilliput.

El deterioro de las instalaciones se ha hecho más patente este curso, en el que la dureza del invierno ha puesto en evidencia su antigüedad: la red eléctrica no soporta el enganche de varios calefactores al mismo tiempo y muchas ventanas no llegan a cerrar, por lo que el aire se cuela en las aulas. Papeles de periódicos sirven para cubrir los huecos. "Hemos llegado a tener diez grados en clase, y el salón multiusos, que a veces se usa para hacer exámenes, está sólo cubierto por un techo de uralita, por el que se cuela la lluvia", cuenta Francisco Gómez, uno de los representantes de los alumnos.

Ordenadores

Las protestas de estudiantes y profesores, que hace unos días llegaron a ir a clase con mantas y a repartir leche caliente en el patio para combatir las bajas temperaturas, no han dejado fría a la administración. La delegación de Educación ha ordenado ya obras para adaptar al menos dos cuartos de baño y se ha comprometido a estudiar una actualización de la instalación eléctrica. La escuela de idiomas lleva dos años y medio en este edificio. Antes compartía instalaciones con el IES Drago: un centro más moderno, mejor equipado, "pero en el que estábamos de prestado". La escasez de espacio obligó al traslado de los estudiantes, que desde entonces ocupan uno de los colegios que en Cádiz se han dejado de utilizar por falta de alumnado. "Nos vinimos casi sin nada, había clases que no tenían mobiliario, ni teníamos laboratorio de idiomas. Poco a poco, con los presupuestos anuales del centro, que no son muchos, se han ido haciendo obras pequeñas, pero insuficientes", apunta Gómez.

"La Escuela tiene sus fondos, que debe invertir como mejor le parezca hasta que lleguen las obras del programa Mejor Escuela. Hemos preguntado a la dirección y nos dicen que se han gastado parte del presupuesto en equipos informáticos. Cada uno debe saber cuáles son sus prioridades", se defiende el delegado de Educación en Cádiz, Manuel Brenes. Pero a Gómez esta justificación no le vale: "Se ha invertido en tecnología, no vamos a renunciar a la calidad de la enseñanza. Hemos pedido incluso aumentar la oferta de idiomas".

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