_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Este pueblo

No por mil veces repetido deja de ser menos impresionante. Me refiero a la capacidad que tienen los líderes nacionalistas vascos para hacer sentir a los que no lo son como extranjeros en su propia tierra. Que el lehendakari pueda decir "Ni el PP ni el PSE conocen este pueblo, no conocen sus problemas, no lo pueden liderar" y quedarse tan pancho. Como si los políticos socialistas y populares vascos vivieran en Miami y vinieran aquí tan ricamente de vacaciones, a este lugar tan idílico donde pueden pasear relajadamente y hartarse de tomar pinchos sin preocuparse de si su espalda está cubierta o no.

Tal vez, pongámonos generosos, Ibarretxe podría conceder que los populares y socialistas (y sumemos en adelante también a los de UPyD, que probablemente consigan estrenarse en el Parlamento vasco) conocen los problemas de los ciudadanos vascos. Pero no que conocen a "este Pueblo", que es una cosa distinta, como sabemos. De esa misteriosa entidad lo que los pobres mortales conocemos es, sobre todo, que se la define como "sujeto colectivo" provisto de derechos y que su principal quitasueño es la plena soberanía. Y, por supuesto, que según sus portavoces es un organismo dotado de una única voluntad, lo que le hace librarse de los vaivenes y quebraderos de cabeza que aquejan a las sociedades pluralistas, donde los cientos de miles de voluntades de otros tantos ciudadanos no dejan de contrastar y chocar entre sí.

La curiosidad me ha llevado a echar una ojeada a las conclusiones del programa Think Gaur, presentadas hace pocos días por el PNV. Como de costumbre, y a pesar de que se asegura que su punto de partida es la "reflexión sobre nuestra situación actual", en las 68 páginas del documento la palabra "España" brilla por su ausencia. Si bien es el último de los cinco desafíos que se presentan para 2020 (innovación, políticas sociales, sostenibilidad, cultura y "Euskadi-Europa") el que aborda la cuestión soberanista, no cabe duda de que ésta planea sobre todas las demás, basadas en ese puenteo Euskadi-Europa, donde el "Estado" es, si aparece, un engorroso intermediario para la voluntad del Pueblo. Todo ello bajo un título que hace honor a la archiconocida ambigüedad jel-tzale: "Desarrollar plenamente nuestro autogobierno", ligado a "alcanzar la paz".

Los socialistas y los populares no "conocen este pueblo". "Y no lo quieren como lo queremos nosotros", le faltó rematar al lehendakari. Aunque no hace falta: se sobreentendía. Claro, por eso se juegan la vida, por eso evitan toda rutina, incluso la rutina de jugar con sus hijos tranquilamente en el parque a cierta hora, por eso aceptan todas las incomodidades y todos los insultos, por eso no lo abandonan todo y se marchan. Es por dignidad, por principios, por valentía, pero también por amor a la querida tierra ingrata. ¿Cuándo se sentirá orgulloso el Pueblo de estos hijos suyos?

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_