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Columna
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Si no te espían es que no eres nadie. Hay mucho, y muchos, que espiar y contraespiar en la Comunidad de Madrid. Se multiplica la tarea y no hay suficientes efectivos para afrontarla, y resulta imprescindible echar mano de funcionarios noveles en estas artes y mañas, funcionarios a los que se supone fuera de toda sospecha, dedicados a labores burocráticas y sedentarias, ajenos al peligro y a la acción. Y, claro, hay funcionarios que se niegan, o que exigen cobrar un plus de peligrosidad y dietas para cambiar la comodidad de sus oficinas por los riesgos y vicisitudes del espinoso mundo del espionaje y del tráfico urbano.

"Fernández, deje lo que esté haciendo y haga el favor de seguir esta mañana al viceconsejero de Ornitología, que es un pájaro de cuenta". Y el escribiente Fernández responde que preferiría no hacerlo porque tiene que cuadrar unos balances, redactar un informe, y porque además todavía no se ha curado del todo la gripe, sufre un callo en el pie, es corto de vista y no tiene carné de conducir.

Va siendo hora de que la presidenta convoque plazas de viceagentes secretos y auxiliares de espía
Los personajes más traídos a colación han sido Pepe Gotera y Otilio, Anacleto y Mortadelo y Filemón

"Excusas, Fernández, ésa no es una actitud positiva y menos para un contratado como usted al que le quedan aquí dos telediarios". El director general de Cunicultura de la Comunidad de Madrid se ha puesto hecho una furia con Fernández. Esta misma mañana ha recibido el encargo de su inmediato superior, el consejero de Infraestructuras Agropecuarias, de hacer un seguimiento de su colega el de los pájaros, del que se sospecha que mantiene una red de palomas mensajeras que envía informes confidenciales a un poderoso personaje del partido que permanece en las sombras y recibe el nombre en clave de Mr. X, porque la imaginación está reñida con la administración y la burocracia. Con la contabilidad no tanto, porque ya se sabe que existe una contabilidad creativa, pero ésa es otra cuestión.

"Me han seguido, María, estoy seguro. Esta mañana al salir de la oficina he visto cómo el pelota de Verduguillo tomaba el mismo metro que yo, aunque vive en Getafe y siempre va a comer a casa. Se ha bajado en la misma estación y ha venido detrás de mí hasta el portal. ¡Me están siguiendo, María!". "Y eso de que te sigan, ¿es bueno o es malo?", pregunta, atribulada y confusa, su cónyuge. "Buenísimo, María, buenísimo, mi nombre empieza a sonar en las altas esferas y estoy a punto de salir en los periódicos".

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He aquí una actitud positiva, el polo opuesto a la del pobre Fernández, al que su negativa a participar en el circo del espionaje le costará meses de "hostigamiento, acoso y menosprecio" como los que sufren desde hace años otros colegas suyos, de la Consejería de Interior, por haberse negado a realizar "tareas relacionadas con las que están destapando los medios de comunicación". Los entrecomillados pertenecen a la denuncia de algunos trabajadores de la Comunidad de Madrid, enviada a través del secretario de Administración autonómica de UGT al director de la Función Pública.

El consejero de Presidencia, Justicia e Interior, Francisco Granados, negó por tercera vez que exista un servicio secreto en su consejería y Esperanza Aguirre se pronunció con un rotundo "Madrid no tiene espías", declaración que habrá dejado muy tranquilos a los agentes de los servicios de información nacionales e internacionales que trabajan en la capital, que habrán visto reforzado su secretismo, imprescindible en el desempeño de sus solapadas misiones.

En cuanto a la Comunidad se refiere, Esperanza Aguirre tiene razón, porque los espías profesionales no se pueden equiparar con los correveidiles, huelebraguetas, chisgarabises y entrometidos, subcontratados por las instituciones madrileñas para meterse donde no les importa y buscar en donde nada se les ha perdido. Ya va siendo hora de que la presidenta comunitaria acepte los hechos y convoque con urgencia, ahora que tanta falta hace, una oferta de empleo público, tropecientas plazas de viceagentes secretos, auxiliares de espía y técnicos de vigilancia electrónica para cubrir esos huecos que ahora se rellenan de mala manera.

Las historietas de los aprendices de espía a la madrileña no inspiran referencias a los grandes maestros del espionaje; hasta ahora los personajes más traídos a colación han sido Pepe Gotera y Otilio (chapuzas a domicilio), Anacleto (agente secreto) y los superagentes de la TIA, Mortadelo y Filemón. La sede central de los servicios de información de la Comunidad está en el 13 de la Rue del Percebe.

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