Red contra el viento
El vendaval que este fin de semana ha azotado el norte de España y el sur de Francia ha sido algo excepcional. La violencia del viento, trágica por la pérdida de vidas humanas, ha sido devastadora para muchas infraestructuras, entre ellas, las líneas eléctricas. Veinte líneas de transporte, las autopistas eléctricas de muy alta tensión, se han visto afectadas por lo que los técnicos llaman ciclogénesis explosiva, así como centenares de líneas de distribución, las carreteras secundarias de media y baja tensión.
El esfuerzo de miles de trabajadores de todas las empresas eléctricas, desde la noche del viernes, ha contribuido en gran medida a minimizar la pérdida de suministro eléctrico en las zonas afectadas. Por lo que respecta a la red de transporte, a las pocas horas había recuperado su funcionalidad, aunque en precario en algunas zonas, lo que permitía alimentar plenamente a la red de distribución. Los graves daños en zonas concretas de la red de distribución están dificultando la plena recuperación de la normalidad.
Estas situaciones extremas ponen de relieve la importancia de contar con una red eléctrica muy robusta y muy mallada que permita soportar la pérdida temporal de algunas de sus instalaciones. Se trata de que la energía eléctrica pueda llegar a los puntos de consumo por caminos alternativos.
La fortaleza de nuestra red de transporte y la disponibilidad de generación suficiente ha permitido que durante muchas horas de este fin de semana el suministro de una parte del suroeste y del sureste de Francia haya sido alimentado desde España. De hecho, Perpiñán y la Cataluña francesa siguen en estos momentos dependiendo casi exclusivamente de nuestro país, a través de la única línea de interconexión de la zona. La nueva interconexión proyectada entre Figueras y Perpiñán estaría en estos momentos reforzando la seguridad de suministro de toda el área, evitando la precaria situación de depender de una sola línea, cuyo fallo provocaría un apagón general en el sureste de Francia.
De esta situación excepcional del fin de semana podemos extraer dos conclusiones: en primer lugar, que el sistema eléctrico debe ser lo suficientemente robusto y mallado como para afrontar con garantía situaciones excepcionales, y no sólo para gestionar la normalidad. Y segundo, que el rechazo social a la construcción de nuevas líneas eléctricas no es coherente con su imprescindible papel para el funcionamiento de nuestra sociedad electrodependiente. Desgraciadamente, la seguridad de suministro sólo se valora cuando se pierde.
Luis Atienza es presidente de Red Eléctrica de España
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