"No sé lo que es un subsidio"
Milton P. se confiesa "preocupado". Este trabajador de origen ecuatoriano las había visto de todos los colores en los ocho años que lleva en España. "Pero nunca como ahora. Ahora, la cosa está muy, muy difícil", dice, desde su piso en Santa Coloma de Gramenet (Barcelona). A sus 35 años, Milton y su mujer, Shirley, también de origen ecuatoriano, encarnan la cara más oculta de la crisis y del desempleo: el sigiloso avance de la economía sumergida, que se ceba entre los inmigrantes.
Ambos malviven sin un trabajo estable, sin un contrato. Cuando llegaron —en los tiempos de las vacas gordas, y antes de tener tres niñas de dos, tres y cuatro años— era fácil encadenar ocupaciones. "Vine aquí porque aquí estaban mis hermanos. Al mes, encontré un trabajo en una empresa de catering. Luego me puse de ayudante de paleta. Aprendí mucho de la construcción. Tenía 27 años", rememora. En 2004, arregló sus papeles, previo regreso a Ecuador. Y firmó, de regreso, su primer contrato. Shirley llegó a España nueve meses más tarde que él. Se puso a limpiar casas. Sus sudores no constan en ninguna nómina. "La llaman para algunas horitas", cuenta él.
Milton P. fue una víctima temprana del ladrillo caído. Por una información errónea, justifica, tiene el Número de Identificación de Extranjeros (NIE) caducado. "No hay trabajo. A veces, hago de ayudante de carpintería".
Ella se saca 200 euros por mes. Él, entre 500 y 700. Y 700 es lo que les cuesta la mensualidad del piso que hace tres meses alquilaron en Santa Coloma. Antes, vivían amontonados en casa de una hermana. Han recibido una orden de desahucio. Se apoyan en Cáritas para productos básicos. "He intentado alquilar una habitación, pero nadie quiere. Tres niñas arman barullo". ¿Subsidio por desempleo? "No sé lo que es, soy indocumentado y no tengo nada que ocultar", dice con aplomo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.