Consternación en el 'escuadrón del tigre' de Albacete

"Ha sido una tragedia", se lamentaba anoche el brigada Miguel García a las puertas de la base aérea de Albacete. "Nadie se explica el accidente, eran dos pilotos experimentados", añadió el militar y compañero de los tres pilotos fallecidos ayer.

Los militares muertos, los capitanes Jerónimo José Carbonell y Fernando Negrete y el teniente Roberto Carlos Álvarez Cubillas, pertenecían al escuadrón 142 del ala 14, con sede en la base aérea manchega. El emblema de su escuadrón es la imagen de un tigre.

Los cuerpos sin vida de los tres pilotos debían ser llevados a la base a media noche de ayer. Antes, tras el levantamiento de los cadáveres, que no estaban deteriorados en exceso, según fuentes oficiales, iban a ser trasladados al Instituto Anatómico Forense de Albacete para la autopsia. Está previsto que los funerales se celebren hoy.

A la base militar de Albacete empezaron a llegar anoche familiares y amigos de los fallecidos, entre ellos una amplia delegación del Ayuntamiento de Molina de Segura, ciudad natal de José Carbonell, de 29 años. La delegación estaba encabezada por el alcalde de la localidad, Eduardo Contreras, que destacó "la ilusión" que siempre había mostrado su paisano por la carrera militar y resaltó la entereza del padre, concejal de Urbanismo en el Ayuntamiento, y "la pena y tristeza reinante en la familia". Molina del Segura ha declarado dos días de luto.

Meteorología adversa

También acudió a Los Llanos la ministra de Defensa, Carme Chacón, acompañada por el presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda; el jefe del Estado Mayor de la Defensa, Julio Rodríguez, y el jefe del Estado Mayor del Ejército del Aire, José Jiménez.

El teniente Roberto Carlos Álvarez, de 29 años, nació en la localidad leonesa de Carrizo de la Ribera. El pueblo, de unos 1.000 habitantes, está consternado, según dijo el alcalde, José Luis Martínez. Fernando Negrete, natural de Zaragoza, tenía 33 años, estaba casado y deja dos hijos.

El accidente se registró en una zona abierta y llana entre los términos de El Bonillo y Ossa de Montiel. La zona es de monte bajo y cuenta con áreas de caza y campos de cultivo de cereales. En el momento del siniestro las condiciones meteorológicas eran adversas: fuertes rachas de viento, intermitentes nevadas y esporádicas granizadas.

Los restos de los dos aviones quedaron esparcidos entre las fincas de El Sabinar (Ossa de Montiel) y Pago Guijoso (El Bonillo). Los tres cadáveres fueron hallados en esta última finca.