El caos de Barajas
Siento la responsabilidad de hacer público lo que viví el pasado viernes en Barajas, y no sólo por mí y el resto de los pasajeros, sino también por muchos de los trabajadores de Iberia que fueron abandonados al caos por su misma empresa. Tardé 38 horas (y por lo visto fui una afortunada) en volar de Madrid a Múnich. Fue la falta de personal y, sobre todo, de información lo que más desesperó a la gente. ¿Por qué tener que hacer una cola de tres horas para recibir una simple información general que en realidad se podía haber hecho por megafonía? Y, ¿dónde estaban esas 20.000 comidas, bebidas y mantas que, según dijo la ministra de Fomento, se habían repartido? Yo pregunté en asistencia al cliente si teníamos derecho a algún bono de comida y la contestación fue que por condiciones meteorológicas no se tiene derecho a nada. Lo cuento también en nombre de un grupo de 20 alemanes que iban conmigo y me necesitaban porque no había nadie que les informase en alemán y el inglés del personal dejaba bastante que desear.
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