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Tribuna:Economía global
Tribuna
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Sangre, sudor y lágrimas...

No sólo la nieve y el hielo, los datos sobre la economía española de los últimos meses nos están dejando helados. En todo caso, no todo son malas noticias, ahí tenemos el avance del IPC armonizado de diciembre, con una caída de la inflación al 1,5%. Cunde tanto el pesimismo, que hasta este dato se tomó por muchos como negativo, señalando que ello apunta a un mal ciertamente muy peligroso, la deflación. En mi opinión, esto no es deflación, ya que no es un movimiento a la baja general de los precios, sino la consecuencia de la corrección de los del petróleo, lo cual es un maná que cae del cielo justo cuando los bolsillos de las familias y empresas empiezan a estar exhaustos.

Aparte de la inflación, todos los demás datos fueron notablemente negativos. Las ventas de automóviles de turismo cayeron en diciembre un 49% interanual; las de vehículos de carga, un 66%; las compraventas de viviendas y las hipotecas sobre viviendas de octubre, un 28% y un 34%, respectivamente; las ventas interiores deflactadas declaradas por las empresas a la AEAT en noviembre, un 13%; el consumo de energía eléctrica de noviembre, un 3,4%; el gasto de los turistas extranjeros de noviembre, un 7,5%. No es de extrañar que los indicadores de clima, que también publicó la Comisión Europea esta semana, estén en mínimos históricos, casi todos ellos por debajo de los niveles alcanzados en la recesión de 1992-1993. Pero los datos más impactantes fueron los del paro registrado y afiliaciones a la Seguridad Social de diciembre y el índice de producción industrial (IPI) de noviembre.

El aumento del paro obedece ahora fundamentalmente a la destrucción de empleo
En contra de opiniones tendenciosas, la empresa en general no aprovecha la coyuntura para despedir

La producción industrial registró una caída interanual del 15,1%. Si tenemos en cuenta que la tasa de crecimiento fue positiva en los dos primeros meses del año, el deterioro a lo largo del mismo ha sido muy intenso (gráfico superior izquierdo). En los 11 primeros meses, la caída media alcanza un 5,8%. En casi todos los países industrializados está cayendo la actividad en este sector, pero, si nos centramos en los europeos, la contracción de la industria española más que dobla la media de la zona euro. Ninguno de los grandes grupos de bienes se libra de las caídas, pero sobresalen los de consumo duradero, los intermedios y los de equipo. El problema es que los indicadores adelantados, como pueden ser los de la cartera de pedidos, que también conocimos esta semana, siguen a la baja, lo que quiere decir que lo peor no ha pasado en el sector industrial. No es de extrañar que las empresas ajusten empleo, como revelan los datos de afiliaciones a la Seguridad Social en el sector, que en el cuarto trimestre disminuyeron un 5,6% respecto a un año antes (gráfico inferior derecho). En todo caso, esta caída del empleo es muy inferior a la de la producción, lo que significa que la productividad por ocupado se está reduciendo notablemente. Ello quiere decir, en contra de una opinión tendenciosa que se está extendiendo, que las empresas en general no están aprovechando la coyuntura para despedir indebidamente.

El aumento mensual del paro registrado en 140.000 personas se debió en un 15% a la desfavorable estacionalidad de estas fechas, pero el 85%, a la tendencia de fondo (gráfico superior derecho). En estos términos tendenciales, el aumento medio mensual en el cuarto trimestre ha sido de 130.000 personas, lo que supone una cifra anualizada de un millón y medio. Es decir, a lo largo de 2008, el paro ha aumentado en un millón, pero la tendencia va empeorando, de tal manera que si se mantuviera durante el próximo año la observada en el cuarto trimestre, dentro de un año tendríamos un millón y medio más de parados. Las previsiones apuntan, sin embargo, a que dicha tendencia se vaya amortiguando y que a finales de 2009 el paro sólo aumente en otro millón.

El aumento del paro, a diferencia de lo que ocurría en la primera parte del año, obedece ahora fundamentalmente a la destrucción de empleo. En el cuarto trimestre, las afiliaciones totales a la Seguridad Social disminuyeron un 3,4% respecto a un año antes, destacando la caída de casi el 20% en la construcción. Hay indicios de que buena parte de esta reducción obedece al aumento de la economía sumergida, pero, aun con ello, dicha cifra indica una caída notable del PIB. Habrá que resguardarse mientras el temporal arrecia.

Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS).

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