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OPINIÓN
Columna
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Máquina de rumor

Joaquín Estefanía

Hay un aspecto colateral en el tratamiento de las crisis, que resurge una y otra vez: el papel de los medios de comunicación en su transmisión correcta. Ellos -nosotros- debemos tener en cuenta lo que Kindleberger dice (Manías, pánicos y cracs. Historia de las crisis financieras. Ariel, 1991): que éstas las ha habido desde el siglo XVIII, que todas tuvieron su principio y su final, y que se han repetido machaconamente a lo largo de los años a pesar del empecinamiento de cada generación por creer que no habría más. Evitar el adanismo en la interpretación.

Un excelente historiador económico me escribe preocupado: "Me pregunto hasta qué punto los medios y muchos expertos están alentando el pánico con presupuestos no siempre reales. Creo que su responsabilidad e influencia son grandes y aunque su obligación es poner el dedo en la llaga, hay que esforzarse en hacerlo con fundamento". Un banquero remite un artículo que circula en la Red y que se titula expresivamente ¿Son los medios de comunicación parcialmente responsables del pánico?: "¿Es pedir demasiado que se ofrezca una información equilibrada?; la gente de la calle, presa del pánico y debido al sensacionalismo de la situación que transmiten los medios, no es capaz de distinguir entre las opiniones y los hechos".

La mafia de los rumores engaña a propósito, estafando a inversores crédulos, y se enriquece con ello

¿Se ejerce desde los medios un pesimismo irredento o, en general, se reproduce básicamente lo que ocurre? En Gran Bretaña, preocupados por el asunto, la Comisión de Economía de la Cámara de los Comunes, dentro de un proyecto para proponer cambios regulatorios en el sistema financiero, propone en su borrador que los periodistas económicos "operen bajo algún tipo de restricción" durante las etapas de turbulencia. Si ello fuese así, ¿quién daría la voz de alarma en una coyuntura en la que la mayoría de los organismos reguladores han fallado en su labor? Quien primero denunció lo que estaba sucediendo en Enron fue una periodista de la revista Forbes.

Ello no tiene nada que ver con los abusos y los delitos. Por ejemplo, el de iniciados (información privilegiada), que a veces se vehicula a través de los medios: la máquina de los rumores. Un estudio la define como una empresa implacable pero de una eficacia temible. Su materia prima es una siniestra mezcla de codicia, miedo, ignorancia y credulidad. Su producto es el enriquecimiento de algunos iniciados con la capacidad de reducir a la nada fortunas y buenas reputaciones. La mafia de la máquina de los rumores arranca enormes sumas del sistema engañando a propósito; estos depredadores critican y cobran, expanden rumores infundados y después se embolsan las ganancias estafando a inversores crédulos.

También en la información económica hay que evitar que se haga mayoritaria la opinión genérica de Balzac: "Si no existiera la prensa habría que procurar, por encima de todo, no inventarla".

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