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Columna
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¿Si tú no vas, Madoff vuelve?

Joan Subirats

Estamos a menos de dos meses de las elecciones vascas y gallegas, y a medio año de las elecciones europeas. Inauguramos, pues, un año de marcado peso político, justo cuando la crisis económica y financiera exige de las instituciones políticas mayores replanteamientos de sus rutinas y prácticas de intervención. Una vez más, se cruzan las problemáticas específicas de cada elección con los problemas globales que afectan, y en este caso de qué manera, a la vida de los electores. En Galicia, la dinámica de esta última legislatura y la posición aún notablemente sólida del Partido Popular en esta comunidad nos llevarían a pensar en una campaña en la que socialistas y nacionalistas traten de poner de relieve lo conseguido, sin agredirse en exceso, y poniendo de relieve los riesgos de retroceder a la Galicia anterior, largamente dominada por los populares. La campaña se acercaría así a la que vivimos en Cataluña en las últimas elecciones al Parlament. Un tripartito unido sólo contra CiU y cada uno de los miembros de la coalición tratando de marcar un perfil propio. Los socialistas gallegos podrán jugar en menor medida con la carta que tan bien les funcionó en las elecciones catalanas a sus colegas del PSC: "Que viene el PP", o dicho en forma de eslogan: "Si tú no vas, ellos vuelven". En ese eslogan, presentado en clave tarantiniana, con los líderes del PP en formato Reservoir dogs, se unieron con destreza dos ideas: combatir la abstención y la desmovilización del electorado más cercano, y agitar para ello el fantasma del miedo al retorno al poder de un PP duro, extremadamente conservador, españolista y autoritario. En estos momentos, esa receta tiene menos posibilidades de funcionar tan magníficamente como les funcionó a los socialistas catalanes. El primer motivo es claramente el giro que ha logrado dar Rajoy al perfil e imagen de la formación política que dirige. Y en el caso de Galicia ello es aún más evidente, dada la proximidad personal e ideológica de Rajoy y el líder popular en Galicia, Alberto Núñez Feijóo. Pero, por otra parte, la abstención puede ser realmente importante si no se logra incorporar a la campaña respuestas más o menos viables y creíbles con relación a las preocupaciones ciudadanas frente a la crisis. Y en ese sentido el eslogan deja de tener el impacto buscado. Nadie puede creer que "si tú no vas, la crisis empeorará". Ya que la capacidad de los políticos para intervenir en el antes y en el después de la tormenta financiera ha sido claramente limitada y periférica.

La nueva situación exige planteamientos más radicales, que traten de situarse a la altura de los problemas a los que nos enfrentamos

En el caso del País Vasco, los factores de la propia realidad vasca siguen contando más incluso que la grave situación económica. Por dos razones. La primera es que siguen absolutamente planteados los temas centrales que han ocupado la vida política en Euskadi en toda su experiencia democrática contemporánea. Todos más cansados, todos más escépticos, pero todos con los mismos dilemas y los mismos problemas de fondo. La segunda es que la crisis económica, si bien ha impactado en Euskadi igual que en todo el mundo, su propia estructura industrial, la eficaz labor de innovación tecnológica realizada y el menor peso de inmigrantes y de personas en situación de riesgo de exclusión social les permitirá (a caballo de su excepcionalidad en la financiación) capear mejor los efectos de la crisis. Por otra parte, la pretensión socialista de realizar el sorpasso y de superar (aunque sólo sea en escaños) al PNV va a dramatizar más aún, si cabe, esas elecciones en clave vasca. La elección de Mayor Oreja para encabezar la candidatura del PP a las elecciones europeas apunta a una estrategia popular distinta en Galicia y en el País Vasco. Los populares afirman que la coincidencia de las elecciones gallegas y vascas reforzará su posición, ya que ellos van a presentar el mismo perfil político en un sitio y en el otro, mientras que los socialistas deberán reforzar su cara nacionalista en Galicia y su cara nacional-española en Euskadi. Pero lo cierto es que el PP acabará haciendo lo propio en un sitio y en el otro, y seguramente no acabará sacando beneficios políticos ni en un sitio ni en el otro. Lo más probable, salvo sobresaltos de última hora, es que el PNV mantenga su liderazgo, reduciendo su espacio, y que el dilema sobre cómo resolver el tema acabe oscilando en una reedición del tripartito vasco o una (menos probable) recuperación de la coalición PNV-PSOE con sacrificio de Ibarretxe.

En el horizonte, las elecciones europeas ponen de relieve las limitaciones que el escenario electoral convencional tiene para afrontar los retos originados por la crisis estructural del capitalismo que estamos atravesando. La nueva situación política exige planteamientos más radicales, que traten de situarse a la altura de los problemas a los que nos enfrentamos, y ni las elecciones gallegas ni las vascas parecen ser capaces de situarse a esa altura. Las elecciones europeas sí lo permiten, al posibilitar respuestas más globales a una lógica capitalista desbocada, pero es ahí donde nos fallan los sujetos políticos capaces de construir alternativas que vayan más allá de la gestión vergonzosa de la crisis. El mensaje que nos llega desde la élite política es por ahora monocorde: trabajamos para volver a donde estábamos antes, pero sin Madoffs. Pero nada de lo que hacen parece asegurar que ello sea posible. Nadie parece responsable de nada, como decía Ramoneda en estas mismas páginas. Y ante esa falta de ambición y de alternativas, lo más razonable es imaginar que la abstención en las europeas aumentará. La gente cada vez tiene menos tiempo que perder en una tramoya política que parece sólo buscar el mantenimiento del statu quo y que tiene miedo a afrontar los verdaderos problemas pendientes.

Joan Subirats es catedrático de Ciencia Política de la UAB.

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