Barajas vive su tercer día de retrasos mientras AENA habla de normalidad
Demoras en el 50% de vuelos de Iberia - Los controladores niegan estar de huelga
AENA pasó todo el día de ayer asegurando que el aeropuerto de Madrid-Barajas funcionaba "con total normalidad". Pero para los centenares de pasajeros que hacían cola frente a los mostradores de atención al paciente por vuelos retrasados, cancelados o con overbooking, eso no era cierto ni de lejos. La mitad de los vuelos de Iberia sufrieron retrasos. La mayoría no superaban la hora, pero en las pantallas también aparecían demoras mucho más largas, como un Lisboa-Madrid con cuatro horas y media de retraso, otro vuelo de Düsseldorf con siete, y uno procedente de Panamá que tenía previsto llegar más de 13 horas tarde.
La mayoría de las compañías que operan en Barajas lograron normalizar su actividad tras dos días de retrasos, excepto Iberia, que tuvo que cancelar ocho vuelos y contratar diez viajes con otras aerolíneas para tratar de sacar de la ratonera en que se había convertido el aeropuerto madrileño a centenares de pasajeros. Pese a que Barajas operó ayer con sus cuatro pistas, Iberia siguió arrastrando los retrasos y las cancelaciones del día anterior. Más de 3.000 pasajeros durmieron en hoteles la noche del sábado porque perdieron sus conexiones. Iberia trató ayer de recolocarlos en otros vuelos, pero muchos ya estaban llenos, por lo que se generó overbooking y más viajeros se quedaron en tierra.
El retraso medio de los vuelos de la T-4 fue de 48 minutos, según datos de AENA, que atribuyó los problemas de esta terminal únicamente a "cuestiones operativas de Iberia". Quiso así dejar claro que los retrasos ya no tenían nada que ver con la supuesta huelga encubierta de los controladores aéreos. El viernes pasado un tercio de la plantilla -ocho de 23- se dio de baja, lo que obligó al aeropuerto a operar sólo con dos de sus cuatro pistas y provocó retrasos en todas las terminales. Iberia, sin embargo, insistió en que "una parte fundamental" de sus problemas todavía se debía a la resaca del viernes y al hecho de que Barajas siguió operando hasta las cinco de la tarde del sábado con dos pistas. "El 90% de nuestros vuelos pasa por Madrid y los retrasos se acumulan", explicó una portavoz, que además recordó que la falta de controladores se ha sumado a la "huelga de celo" que mantienen los pilotos de Iberia desde hace un mes y que ralentiza todas las operaciones.
AENA sigue sin admitir que la baja de un tercio de los controladores del viernes se deba a una huelga encubierta, pese a que un portavoz del Ministerio de Fomento consideró ayer "un poco raro" que se pongan enfermos todos a la vez, y que el sábado había admitido que se trata de una huelga "soterrada". Oficialmente, AENA asegura no tener "ningún conflicto laboral con los controladores". Lo mismo afirma la Unión Sindical de Controladores Aéreos (USCA), que agrupa a más del 95% de los 2.450 controladores españoles. Ayer también negó estar "en conflicto" con AENA y achacó los "problemas operativos puntuales" de los últimos días a "la imprevisión y la falta de una gestión adecuada de los recursos disponibles".
Fuentes del sector apuntan como causa de las bajas colectivas al malestar de los controladores, que ven peligrar el número de horas extraordinarias que realizan por culpa de la bajada del tráfico aéreo. Una explicación que ayer no descartó un portavoz de USCA. "El tráfico ha descendido y AENA ha mermado el personal disponible y la bolsa de horas", afirmó, aunque insistió en que la supuesta huelga no ha partido del sindicato. "Nosotros incluso hemos trabajado para que los profesionales que estaban disponibles colaboraran con la empresa y sustituyeran a sus compañeros", añadió.
El PP exigió ayer la comparecencia urgente de la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, para que "dé la cara" en el Parlamento y "pida disculpas" a los ciudadanos. Un portavoz del ministerio aseguró ayer que la presidenta de AENA, María Encarnación Vivanco, ya ha solicitado comparecer en el Congreso para dar explicaciones.
Enfado de los viajeros
Largas colas -de hasta dos horas para apenas 20 metros- de usuarios esperaban ayer frente a los mostradores de atención al cliente de Iberia en la Terminal 4. Por momentos se juntaban con las de facturación, donde muchos se desesperaban al ver que pasaban los minutos y no iban a facturar sus maletas y embarcar a tiempo.
Los trabajadores de la compañía tuvieron que pedir a la Guardia Civil que enviara agentes a algunas puertas de embarque ante el enfado de los pasajeros. "Han pasado miedo", afirmaba ayer un portavoz. Hubo presencia policial en las salidas de vuelos a Punta Cana, Mallorca, Roma y Turín, y varios agentes que normalmente trabajan en los arcos de seguridad se desplazaron a la zona de tránsito "como precaución".
Los nervios y el cansancio provocaron enfrentamientos entre los viajeros. En el punto de atención al cliente de los mostradores 810 a 819, varios viajeros se insultaron a gritos porque se había formado una segunda cola. No había ningún empleado de Iberia para poner orden entre los pasajeros, muy enfadados porque en algunos casos ya habían tenido que hacer varias colas. Como Ana Navarro y su hija Tamires, de seis años, con un vuelo a São Paulo retrasado, otro perdido por overbooking y un tercero (24 horas después del inicial) todavía en el aire. "Estamos muy cansadas", aseguraba.
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