Inversiones
Mientras se abre paso la teoría gubernamental de que en el segundo semestre de este año se iniciará la recuperación económica, habrá que considerar, por simple descarte, que a pesar de tan optimista previsión, al menos, el primer período va a ser malo, muy malo, con consecuencias no deseadas. La más inmediata: una notable pérdida de empleo, más todavía de la que se está dando en la actualidad. Así que habrá que ir anticipándose a dar respuesta a la situación que tenemos encima, y el que ya ha movido ficha ha sido el coordinador de IU en Andalucía, Diego Valderas al proponer para el próximo día 1 de febrero una gran movilización de protesta.
Invita a toda la sociedad andaluza, incluidas las organizaciones sindicales, que, por ahora, se guardan su opinión al respecto. Aunque la verdad es que ya alguien se ha anticipado a Valderas, como es el caso del secretario general del PP andaluz, Antonio Sanz, quien va más allá al considerar justificada, incluso, una huelga general, tal y como ya aquí se apuntara días atrás, descabellada propuesta que ha causado furor en el pueblo andaluz.
Lo cierto es que el período de incertidumbre se configura como un factor clave que puede determinar en el futuro el grado de apoyos ciudadanos de unos y otros. De momento, para saber los efectos que está adquiriendo esta circunstancia, esta semana, conoceremos el barómetro del IESA correspondiente al pasado mes de diciembre, en donde se recogerán, sin duda, las primeras señales. Y al igual que en otros trabajos demoscópicos ya presentados, parece no percibirse un desgaste a tener en cuenta de los actuales gobernantes en Andalucía, quienes seguirían gozando de su mayoría absoluta, lo que ya es decir con la que está cayendo. Esto significaría, en todo caso, que el PP, aunque crece, aún sigue sin percibirse como alternativa creíble, mientras que IU continúa sin levantar cabeza, y los andalucistas, escandalosamente cada vez más irrelevantes.
La esperanza se centra, por tanto, en la capacidad de que las medidas anticrisis anunciadas y comprometidas por las distintas administraciones públicas actúen como un verdadero revulsivo. Se confía en que la aceleración de contrataciones y adjudicaciones de obras logren el impulso deseado. Un esfuerzo inversor, por tanto, que ha de ser lo suficientemente certero como para que no se pierdan recursos en este sentido, dado el objetivo trascendental fijado como es la reactivación de nuestra economía.
Un serio envite, desde luego, que contrasta con la distraída actuación de otros. Ahí está el caso del Ayuntamiento de Cádiz, gobernado por el PP, que piensa dedicar, nada más y nada menos, que los dos tercios de sus inversiones en mejorar el estadio Carranza. Con actuaciones así no es de extrañar que los andaluces sigan sin fiarse de los populares.
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