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A TOPE | Fin de semana
Columna
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Sentido del humor

Lo difícil de ser guionista y trabajar en casa a principios del siglo XXI es que YouTube te está tentando continuamente. Escribes un rato, pero enseguida te pica el gusanillo y te metes en su página para ver si aparece algún video curioso. El día de la Lotería de Navidad un vídeo de ELPAÍS.com interrumpió el fácilmente interrumpible fluir de mi escritura: en él aparecía una señora de cierta edad llorando porque había metido un billete premiado en la lavadora. La mujer mostraba a cámara el décimo destrozado metido en una bolsa de guisantes congelados y maldecía la puñetera lavadora que le había arrebatado cientos de euros. El testimonio era impresionante y pronto las cadenas de televisión se hicieron eco del drama personal de la ganadora que había destrozado el billete premiado.

A la mañana siguiente leí en el periódico que la damnificada de la Lotería del Gordo era una actriz contratada por Salvados, el programa de la Sexta de Jordi Évole (El Follonero de Buenafuente), y todo el cirio del décimo en la lavadora era una broma. La mayoría de los medios que habían ofrecido el testimonio de aquella mujer atacaron al Follonero por gastar una broma de mal gusto. Para mí tuvieron un ataque de poco sentido del humor y una falta de deportividad fuera de lo común.

Estamos en una época en que la televisión se interesa por los "temas humanos", esto es, desgracias personales, accidentes, tragedias familiares. Siempre ha habido morbo por esos temas, pero hoy en día ese interés se ha acrecentado por razones claramente económicas: para las teles sacar a gente a la que no paga contando desgracias es increíblemente barato. Hace unos meses, en un talk-show de una cadena nacional organizaron un programa especial para ayudar a un grupo de personas con problemas de vivienda. Pedían a los espectadores una donación para los invitados del programa... hasta que una llamada de teléfono lo rompió todo. "Podriáis dejar de vender las desgracias ajenas y darles a esta gente el dinero que habéis sacado de los 15 minutos de publicidad que acabáis de poner", dijo un espectador indignado al teléfono. El video lo descubrí, cómo no, en YouTube, por si queréis verlo.

Además de tomar el pelo, El Follonero ha conseguido poner el dedo en la llaga. Los informativos y, sobre todo, los programas de tarde (los de múltiples conexiones en directo "con el corazón de la noticia") que son vendidos como informativos, pero que son exhibiciones de atrocidades sobreviven gracias al drama. Esto siempre ha pasado y no quiero aquí agregarme al grupo antitelebasura. Lo que más me molesta es la falta de sentido del humor ante la broma. Que agachen la cabeza, rectifiquen y acepten la gracia. Que encima se indignen es lo que me parece una barbaridad, porque lo del Follonero sólo puede calificarse de genialidad televisiva.

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