El niño que cantó el 'gordo' en 2007 apuesta por el ocho
El gordo de Navidad de este año acabará en ocho o en cuatro. El valor científico de este pronóstico es nulo, pero seguro que a los supersticiosos les interesará saber que quien lo pronuncia -a regañadientes y tras una ardua negociación- es Álvaro, el chaval al que el puro azar le obligó a cantar, "con las piernas temblando", el premio máximo del año pasado. Hoy las manos de Álvaro volverán a ser unas de las encargadas de extraer las bolas con los números en la ceremonia de la suerte. Y también el año próximo y el siguiente, hasta cumplir los 14, edad en la cual los niños y niñas de este internado deben abandonar la práctica de cantar la lotería, quizá porque sus manos ya no son tan inocentes o porque su voz habrá cambiado.
Así son las reglas desde 1771, la primera ocasión en que un tal Diego López, interno de este colegio -que tiene casi medio milenio de antigüedad- extrajo para la Lotería Nacional, creada en 1763, las bolas de la suerte. Fundado por orden de Carlos V para atender a los huérfanos de la ciudad y a los hijos de familias con dificultades para alimentarlos, el San Ildefonso sigue cumpliendo la misma función. Hoy comen y duermen en él 32 niños y otras 32 niñas, la mitad extranjeros, de familias con pocos recursos. Los chavales viven en el colegio de lunes a viernes, porque pasan el fin de semana con sus parientes. El ingreso se gestiona desde los servicios sociales del Ayuntamiento de Madrid.