Calidad sustituye a cantidad

La evolución en la tendencia del beber, calidad a cambio de cantidad, nos lleva en estas fechas a un complicado equilibrio de búsqueda de acompañantes para los menús elaborados y para sorprender a los eventuales invitados de nuestras mesas.

Las estanterías de las tiendas especializadas de vinos están llenas de miles de propuestas de todo tipo de vino. Antiguamente en tierras como Rioja Alavesa era ritual en estos días el probar los caldos recién salidos de la última vendimia. El vino joven era protagonista antes de que el marketing y el Beaujolais llegaran a las casas. En la mesa bien aparejada y conla cristalería 'de las fiestas', se bebían vinos viejos, reservas especiales de las etiquetas que acompañaban a las familias en sus fechas señaladas.

Hoy, ante la imposibilidad de conocer todo lo que se produce, haremos una propuesta clásica. Un blanco exótico, con un toque mineral y seco de viñas alsacianas. Un clásico de Ribera de Duero con el contrapunto de un vino caprichoso. Obligado en los postres un vino moscatel, ligero y frutal. Y el cava, que no puede faltar. Desde antes de empezar, no hay mejor aperitivo ni preparatorio para una buena comida, y se puede seguir con él durante todo el menú. Como vicio final en estos tiempos de pocas alegrías económicas, un champagne de una casa muy familiar de reconocido prestigio desde hace doscientos años.