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Cosa de dos
Columna
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Abril

Carlos Boyero

Por culpa de la entrevista que le hace Gabilondo al templado y risueño timonel del preocupante destino común desaparece en la noche del jueves una de las pocas cosas que justifican que encienda la tele. O sea, el necesario editorial que hace siempre Iñaki al comienzo del informativo, un texto contundente sobre el estado de las cosas en el que siempre entiendo su contenido, algo que casi nunca me ocurre en el espeso o metafísico discurso de gran parte de la casta política.

Bromea Zapatero sobre viejos y sonrojantes errores propiciados por el indiscreto micro que creías apagado, con la tranquilidad de que la escenificación ha terminado y puedes largar cositas tan sinceras e inconvenientes como: "Nos conviene la tensión". Y escucho con interés inicial la exposición de Zapatero sobre lo que está pasando y las recetas del Gobierno para que el barco no naufrague y desaparezca el tembleque de los que sólo intuyen negrura, pero todo me suena a déjà vu, a previsible, a guión sin improvisaciones, me aburro ligeramente a pesar de la trascendencia del tema.

Deduzco por sus afirmaciones que Gobierno, empresarios y sindicatos están hermanados en medio de la tormenta, que la inversión pública va a ser descomunal, que la economía alcanzará velocidad de crucero, que los que andan tirados, aquellos cuya economía siempre ha estado en crisis, van a recibir más protección que nunca, que somos serios, solventes, honestos y trabajadores. Pues qué bien. Ya puedo dormir tranquilo. Esta noche hasta puedo prescindir del somnífero.

Hay fechas previstas para la llegada de la felicidad, asegura el prócer. Se llama abril. La vitalidad, la esperanza, la alegría, la lírica primavera. Y recuerdo la letra de una de las canciones más hermosas y tristes de Sabina, en la que perdedores viejos y jóvenes se preguntan inconsolablemente: "¿Quién me ha robado el mes de abril?". Por fin hay alguien que nos va a devolver abril a todos. Incluidos los que deberían estar en la cárcel y con sus fortunas requisadas.

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