Detenidos los atracadores del hacha
La policía da caza a dos miembros de una peligrosa banda sevillana
La policía detuvo ayer en Sevilla a dos supuestos atracadores de una peligrosa banda cuya actividad se había multiplicado en las últimas semanas. Tras atracar numerosos comercios, peluquerías, bares y mercerías mientras esgrimían un hacha y un cuchillo, ayer se atrevieron con dos panaderías y poco después la policía los detuvo finalmente en el popular barrio de La Bachillera. La policía persigue ahora a otros dos miembros de la banda que aún permanecen huidos. "Eran muy violentos y les seguíamos la pista tras los últimos atracos en Nervión y la Macarena", relató ayer un mando policial. Para su detención resultó clave la descripción que las víctimas de los atracos hacían de los asaltantes.
"Chivatos, cabrones, cuando salga de la cárcel os mato a todos", gritaba el primero de los detenidos que abandonó la casa. "¡Pero si llevan aquí alquilados dos semanas y nadie ha dicho nada!", respondía un vecino indignado en el bar Adoquín, a sólo cincuenta metros de la casa. La banda se había refugiado en La Bachillera, un barrio de familias humildes ubicado entre las zonas de San Jerónimo y El Alamillo, por sus 23 estrechas callejuelas que permiten escapar con gran facilidad.
Una treintena de agentes había cercado la casa con un gran despliegue poco antes de las 12.00. Finalmente, tras una intensa negociación, los supuestos atracadores fueron detenidos en la casa que al parecer habían alquilado a un vecino del barrio. Poco después, la calle Camino de Almez concentró más atención que ningún otro día. Vecinos asomados a los balcones y una pequeña multitud absorta frente a los coches policiales. Los agentes esgrimían toda clase de armas, preparados ante la posibilidad de que los asaltantes se resistieran a entregarse. "Nunca he visto más policía en mi vida. Y eso que aquí hacen redadas de vez en cuando", comentaba un vecino.
Los miembros de la banda solían desplazarse en motos y cubrían sus rostros con pasamontañas y cascos de moto. Para intimidar utilizaban un hacha y un cuchillo. Los últimos asaltos fueron en dos bares y en un salón de juego, cuya puerta de seguridad habían reventado. Uno de los establecimientos estaba situado a pocos metros de la sede de la Policía Local.
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