Keynes
Me sorprende mucho, a pesar de la gravedad de la crisis económica que está comenzando a sufrir nuestro país, no haber leído ni escuchado a ninguno de nuestros políticos ni sindicalistas un pequeño análisis sobre una de las claves, en mi opinión, de una gran parte de nuestros problemas económicos estructurales: la distorsión que los bajos salarios que se perciben en España origina en la macroeconomía.
Es un hecho que en los países de nuestro entorno el salario mínimo interprofesional oscila entre los 1.500 y los 1.800 euros, que resultan casi astronómicos para muchos de nuestros jóvenes, resignados al mileurismo casi hasta la mitad de su vida profesional.
Y no puede argumentarse que la vida en Francia, Bélgica o Alemania es mucho más cara que en España, ya que actualmente eso no es cierto. En consecuencia, resulta evidente que con el nivel de sueldos actual, una vez terminada la época de los créditos baratos, el consumo interno no se reactivará, ya que los jóvenes, que son el sector de la sociedad potencialmente más consumista, con una renta rondando los 1.000 euros durante muchos años de su vida ni podrán comprarse coche, ni piso, ni ropa, ni electrodomésticos, ni siquiera con la ayuda de sus progenitores, cuyas mermadas rentas también disminuyen rápidamente. Esta crisis, en España, va para largo y esto no lo remedia Keynes ni su teoría del déficit público. Y si no, al tiempo.
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