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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

José María Larrauri, obispo emérito de Vitoria

José María Larrauri Lafuente falleció en la madrugada de ayer en Vitoria. Ha muerto discretamente, sin hacer ruido, sin despedidas solemnes. Tal y como ha vivido. Fiel a un estilo que respondía, en parte, a su personalidad y, en parte, a su manera de entender cómo ser sacerdote y obispo. Nacido en Vitoria en 1918, simultaneó los estudios con diversos trabajos hasta ingresar con 24 años en el seminario. Tras una corta experiencia en la diócesis, en 1950 colabora con el obispo Arturo Tabera en la recién creada diócesis de Albacete, donde ocupó diversas responsabilidades. En 1970 fue nombrado obispo auxiliar del cardenal Tabera en Pamplona y, cuatro años más tarde, director de las Obras Misionales Pontificias. En razón de este cargo participó en la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Puebla (México), celebrada en enero y febrero de 1979. A los pocos días se hizo público su nombramiento como obispo de Vitoria. Tomó posesión de su cargo el 30 de marzo de ese año y presentó su renuncia en 1995, al cumplir los 75 años.

Ya en su etapa de Pamplona tuvo gestos y palabras valientes ante las detenciones y torturas a algunos sacerdotes y ante algunos conflictos laborales. La llegada a Vitoria fue importante para él y para la diócesis. Terminaban los muchos años del episcopado de Francisco Peralta, claramente desbordado por los cambios eclesiales y sociales que le tocaba acompañar. Desde el primer momento tomó en sus manos el Seminario y trató de reorientarlo con pautas claras, a pesar de fuertes tensiones suscitadas. Se implicó muy directamente en la creación del Proyecto Hombre en Vitoria. Para su puesta en marcha había problemas económicos, pero, fiel a lo que el Papa había sugerido con motivo del Año Santo (1983), vendió objetos de valor que habían llegado a sus manos como "bienes de la mitra" y los entregó para esa iniciativa. Para don José María, el desprendimiento era una actitud permanente, en lo personal y en su comprensión de la Iglesia. Después de unos años en la diócesis, a fines de los 80 puso en marcha la Asamblea Diocesana. Gran oportunidad para analizar la diócesis y lanzar un nuevo plan pastoral.

Vivió años de complicaciones políticas grandes, la transición, la situación en el País Vasco. En cartas pastorales y homilías expresó sus criterios sobre los primeros pasos autonómicos, sobre las vías pacíficas. Acerca de estos temas y sobre las transformaciones rápidas y profundas que en el campo religioso iba viviendo nuestra sociedad, especialmente en el País Vasco, reflexionó y colaboró en las cartas pastorales conjuntas que los obispos de Pamplona, San Sebastián, Bilbao y Vitoria comenzaron a escribir a inicios de los años 80. Don José María fue un hombre prudente y libre: frente a ETA, frente a los inmovilismos antidemocráticos. Algunos, tal vez los especialmente afectados, recordarán su carta de julio de 1993 en la que defiende a sus sacerdotes "insumisos" y el derecho a la insumisión.

La impronta misionera, que tan profundamente había marcado su formación en el Seminario de Vitoria le acompañó toda su vida. Su preocupación por las misiones, por los misioneros y misioneras, fue permanente. Tímido, áspero a veces, humilde siempre. De profunda experiencia de fe, fiel a la Iglesia, moldeado por el Vaticano II. Descanse en paz.

Luis María Goikoetxea es rector del Seminario Diocesano de Vitoria.

José María Larrauri en 1979.
José María Larrauri en 1979.

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