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Entrevista:ANDRÉS MARÍN | Bailaor

"El arte debe ser la queja de lo social"

Tras presentarla en la última Bienal hispalense, Andrés Marín (Sevilla, 1969) ha viajado con su última producción, El cielo de tu boca, a la Bienal de los Países Bajos que inauguró el pasado mes de octubre y, posteriormente, al festival ¡Mira!, en Francia. Con este trabajo, el bailaor profundiza en su personal línea creativa que inauguró hace ya seis años con la obra Más allá del tiempo. A ella le siguieron Asimetrías y El alba del último día. Hijo de artistas -su padre fue el bailaor del mismo nombre-, Marín no ha pertenecido a ninguna compañía ni está adscrito a ninguna escuela. Desde que decidió dedicarse al baile, en parte para reivindicar el nombre paterno, siempre ha elegido la soledad de una formación autodidacta y una expresión en la que el flamenco es el punto de partida para alcanzar una expresión propia. Una línea de trabajo que persigue la experimentación, la mirada hacia adelante sin olvidar la tradición. Un ejemplo de ello ha sido su nueva creación, en la que colabora el compositor experimental Llorenç Barber.

Pregunta. ¿Qué valoración hace de este nuevo trabajo? ¿Cómo ha sido recibido en las citas a las que lo ha llevado?

Respuesta. Muy positiva. La acogida y las críticas han sido buenas. El festival ¡Mira! está orientado a la experimentación y a la novedad, a la danza extrema, lo que ellos llaman "de riesgo", y, en ese sentido, El cielo de tu boca es una obra que se aventura, en la que te puedes asomar al precipicio.

P. Aunque siempre ha presentado sus obras en la Bienal de Sevilla, parece que su trabajo goza de un buen espacio de acogida en Europa y especialmente en Francia.

R. Sí, es cierto, pero ello se explica porque allí me muevo en otro tipo de circuitos, mayormente de danza, y con otro tipo de público. Al fin y al cabo, los eventos flamencos son muy limitados, tanto aquí como allí. En Francia me conocen porque han seguido mi trabajo y los programadores me sitúan cada dos o tres temporadas en los mismos espacios que, por cierto, constituyen una red nacional que ya quisiéramos aquí. De todas formas, a esos sitios voy como artista flamenco, aunque con mi propuesta.

P. Volviendo a El cielo de tu boca. Aunque en sus espectáculos, además del cante y del toque, siempre ha introducido otros elementos musicales, ¿se podría hablar de un salto cualitativo con la colaboración de Llorenç Barber?

R. Vengo del baile tradicional y en él me he criado. Lo que siempre he visto ha sido cante y toque, pero en mis espectáculos, además de eso, que es fundamental, me ha gustado añadir otra instrumentación. Siempre para darle color y poniéndolo siempre al servicio del flamenco. ¿Lo de Llorenç un salto cualitativo? Lo que sé es que me parece muy importante. Es uno de los primeros músicos experimentales y he tenido con él una afinación muy buena. Ya en El alba del último día bailaba sobre una campana muda y ahora, en este nuevo espectáculo, Llorenç va creando la música y me da mucha libertad de expresión. El baile, aunque lleva sus propios registros coreográficos, deja la posibilidad de crear en el momento.

P. Siendo hijo de artistas y habiendo vivido el mundo del espectáculo desde su niñez, ¿qué lugar cree que ocupa la tradición en su inspiración?

R. La tradición es el punto de partida y donde tienes que mirar y reflejarte. Es el lenguaje en que me muevo, pero siempre mirando que la libertad de expresión esté por encima. No inventamos nada. Reinventamos, personalizamos y le damos nuestro color.

P. En su trayectoria siempre ha huido de la representación mimética de la tradición, ¿cuáles son sus fuentes de inspiración?

R. Para mí, el arte es la queja de lo social y nunca se me ha ocurrido contar con mi baile, qué te digo yo, el cuento de Caperucita Roja. Los seres humanos recogemos emociones y estamos de acuerdo o no con lo que vemos. En mis espectáculos busco mucho lo desconocido, el qué pasará. Oigo a Ligetti o a Oliver Messiaen. Me gusta mucho la pintura y escucho flamenco todos los días. También miro todo tipo de danza. Pero el flamenco es el vehículo con el que me muevo para expresarme. Claro que le pongo mi matiz y busco ampliar el vocabulario. A veces los movimientos flamencos se quedan cortos. Los brazos, por ejemplo, no tienen más de dos o tres posiciones y en el cuerpo humano existe la capacidad y la posibilidad de una mayor expresión.

El bailaor flamenco Andrés Marín.
El bailaor flamenco Andrés Marín.JULIÁN ROJAS

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