_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

'Flores de luna'

Almudena Grandes

El título del espléndido documental de Juan Vicente Córdoba, una de las películas más emocionantes, y la más triste que he visto últimamente, evoca las chabolas que florecían bajo la luna en el Pozo del Tío Raimundo, en las décadas de 1950 y 1960. Los inmigrantes andaluces y manchegos que llegaban a Madrid buscando un futuro con las manos vacías tenían que levantar cuatro paredes y un techo antes del amanecer. Lo lograban con la ayuda de los vecinos, que, si hacía falta, les prestaban sus muebles, y hasta a sus hijos, para que al día siguiente la policía encontrara una casa habitada y no la echara abajo.

Así, a base de voluntad, de constancia y de solidaridad, aquel lodazal de infraviviendas se convirtió en un barrio confortable y algo más, un símbolo de la superación personal y colectiva, célebre por sus exitosos experimentos sociales. Ahora, el Pozo destaca por su índice de fracaso escolar, el segundo de España. Siete de cada diez nietos de aquellos luchadores que se apuntaban a la escuela con 40 años, para aprender a leer y a escribir después del trabajo, la abandonan hoy antes de tiempo.

Ignorantes, arrogantes, pródigos en tintes y escarificaciones, miran a la cámara y dicen que el trabajo español es para los españoles, que los inmigrantes ecuatorianos huelen mal y que estudiar es de pringados. Ajenos a la cultura del esfuerzo y la recompensa, que identifican con la pobreza, se sienten cómodos en una sociedad desmemoriada, insolidaria y autocomplaciente, que desconfía de la enseñanza pública y fomenta la admiración por la riqueza privada. Han despreciado oportunidades que nadie de su familia ha tenido antes que ellos, pero no dan sólo rabia. También dan pena. Porque, si es verdad que la crisis todavía no ha tocado fondo, no van a valer ni para poner un ladrillo encima de otro en una noche de luna llena.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Almudena Grandes
Madrid 1960-2021. Escritora y columnista, publicó su primera novela en 1989. Desde entonces, mantuvo el contacto con los lectores a través de los libros y sus columnas de opinión. En 2018 recibió el Premio Nacional de Narrativa.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_