Realismo contra el olvido
Aunque colonizada por Harry Potter y por las múltiples secuelas del fantasy, género hegemónico en los últimos años, la literatura infantil y juvenil nunca ha sido ajena al realismo. Más bien al contrario. Entre las décadas de los setenta y los noventa del pasado siglo, el divorcio, los nuevos modelos familiares, las drogas, la inmigración, el racismo, el ecologismo y la explotación infantil fueron, entre otros asuntos cotidianos, los temas recurrentes de la literatura para los más jóvenes. Hubo entonces empacho de realismo, agravado por la abusiva utilización didáctica de unas obras que, salvo meritorias excepciones, fueron alejándose de la literatura para convertirse en meros pretextos "para trabajar los valores en la escuela", una moda que consiguió teñir de seudoliteratura los catálogos de la edición infantil-juvenil. De ahí, probablemente, el éxito de Harry Potter y su apuesta por la imaginación, y de otras propuestas fantásticas como las de Laura Gallego (Dos velas para el diablo, en SM), Stephenie Meyer y sus vampiros adolescentes (Amanecer, en Alfaguara) o Cornelia Funke (Muerte de Tinta, en Siruela), por citar los últimos títulos de tres autoras que, la primera en España y las otras dos en todo el mundo, cuentan con el favor de millones de lectores.
Sin embargo, y a la vista de las novedades que han coincidido este otoño en las librerías, parece que el realismo vuelve a recuperarse como tendencia, y la vida real gana protagonismo al fantasy en las obras de ficción para los más jóvenes. Entre los títulos más interesantes cabe señalar una cierta intención testimonial, un afán de los autores por transmitir a los lectores la preocupación por los conflictos e injusticias de su tiempo, de rescatar del olvido esas realidades que, por lejanas y ajenas a nuestra confortable realidad inmediata, resultan invisibles. Sea la del desterrado pueblo saharaui (Estás en la Luna), la de los judíos polacos deportados a Siberia durante la II Guerra Mundial (La estepa infinita), la de los mozambiqueños asolados por la guerra (La ira del fuego), o la de los parias egipcios malviviendo a la sombra de las turísticas pirámides (A lo lejos, Menkaura). Y con respecto a la realidad española, un tema común, la Guerra Civil -como no podía ser menos en un año marcado, informativamente hablando, por la controvertida Ley de la Memoria Histórica-, en tres novelas que recogen, desde distintas perspectivas, el horror y la sinrazón de los peores años de nuestra reciente historia: Duke, Los fuegos de la memoria y Un año en el faro.
Estás en la Luna. Carmen Montalbán. Ilustraciones de Pilar Millán. Kalandraka. Sevilla, 2008. 112 páginas. 15 euros. La estepa infinita. Esther Hautzig. Traducción de Santiago del Rey. Salamandra. Barcelona, 2008. 256 páginas. 16 euros. La ira del fuego. Henning Mankell. Traducción de Mayte Giménez y Pontus Sánchez. Siruela. Madrid, 2008. 166 páginas. 16,90 euros. A lo lejos, Menkaura. Elena O'Callaghan i Duch. Edelvives. Zaragoza, 2008. 172 páginas. 8,90 euros.
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