La avalancha de los 'sin techo' desborda la campaña contra el frío
No están disponibles ni la mitad de las plazas previstas para el plan
"Sorprendidos y desbordados", concedía la noche del lunes un trabajador embutido en un grueso anorak azul a las puertas de uno de los pabellones del frío de la Casa de Campo, uno de los dispositivos especiales de la campaña del frío municipal. "No sé si serán los cinco grados bajo cero o la crisis, pero este año es increíble la de gente que ha venido". Tanta, que desde el pasado viernes alrededor de una decena de personas han tenido que dormir en un pabellón sin camas, "porque nos daba pena echarlos", dice el empleado, y otras 20 tuvieron que ser ubicadas en catres de emergencia por la Cruz Roja. Varios han sido derivados al albergue de San Isidro, que está al límite de su capacidad. Una cifra variable dependiendo del día, pero creciente, según el testimonio de quienes tienen responsabilidades allí.
Los encargados del pabellón de la Casa de Campo muestran su desconcierto
"Aquí se está bien, el horario es amplio", opina uno de los que esperan
"Sólo hay 87 plazas listas ", asegura un voluntario de la ONG Acción en Red
"No sé si la multitud es por el frío o por la crisis", dice un empleado
La concejalía de Asuntos Sociales aún no ha puesto en marcha ni la mitad de las plazas previstas de la campaña contra el frío, 357 extras. "Ya avisamos de que su apertura sería de manera gradual", sostienen, aunque en sus notas de prensa daban a entender de manera inequívoca que todo el proyecto comenzaba el 25 de noviembre y concluye el 30 de marzo. "Todos los años es poco a poco", subrayan, "eso ya se sabe". Siempre es así, cierto. Tanto, que esta súbita irrupción del invierno en los planes municipales ya ha ocurrido en otras ocasiones. Nadie sacó conclusiones.
Pero el frío no ha llegado poco a poco. Ni la presencia de más gente en la calle (más de 700 personas). Mientras crece la guerra en los cajeros, territorio disputado por aquellos que el Consistorio llama "crónicos", los servicios sociales y los voluntarios intentan controlar una avalancha de peticiones para las plazas disponibles
."Estamos hablando con la gente que organiza el dispositivo de Vallecas [un destino alternativo con 130 plazas] y nos dicen que igual lo abren la semana que viene", comentan los trabajadores del lugar mientras una nube de sin techo aguarda pacientemente a que les hagan la tarjeta, documento necesario para sucesivas visitas. Llevan esperando desde las ocho de la tarde y son las once de la noche. Azedine, francés de origen marroquí, es uno de los damnificados: "Es un lío, llevamos cuatro horas", dice. Mayorales, uno de los pabellones del frío, no rechaza a nadie, aunque "alojar a todos es complejo".
El Ayuntamiento niega este desbordamiento: "Todo es mentira", insisten, sugiriendo que la información proviene "de un sin techo" y, por tanto, no es válida. "Hasta 30 personas se han quedado en la calle", replica y denuncia Enrique Cuesta, coordinador del programa de atención a personas sin hogar de la ONG Acción en Red Madrid. Lo sabe porque es uno de los que ha derivado a gente hacia "el único dispositivo que está abierto de todos los que han anunciado", el de Mayorales. También porque, asegura, es él quien se encarga de la interlocución con el Ayuntamiento, con quien tendrá una reunión el próximo día 16 con el fin de plantear estos problemas.
Sus palabras son inequívocas: "Lo que no cuenta el Ayuntamiento de Madrid en su publicidad es que sólo 87 de las 357 plazas anunciadas por ellos han sido abiertas, y eso a pesar de las supuestas reticencias de las personas sin hogar a usar estos servicios".
Fuentes municipales también desmienten tajantemente que se esté barajando adelantar la apertura de los otros recursos. "Vallecas se pondrá en marcha el próximo día 18 de diciembre", insisten. Con razón Román, habitante de un templete en un parque infantil enfrente del Teatro del Canal, mostraba gran incredulidad hace una semana, cuando se le insistía en que era inminente la puesta en marcha de los autobuses desde Atocha hasta Villa de Vallecas. Tenía razón.
Los encargados del pabellón de la Casa de Campo conceden los problemas y muestran su desconcierto: "El año pasado tuvimos plazas vacías y éste, ya ve". Una locura sin avisar, porque el primer día del dispositivo "sólo" fueron 80 personas a pedir un lecho. "Pero ya al día siguiente vino la avalancha", comentan.
Carmelo arrastra sus propias bolsas. No tenía intención de venir. Antes de llegar se ha pasado por uno de los bares de la Puerta del Ángel a pedir un poco de pan. Pero ha fracasado. "Aquí se está bien porque el horario es amplio, cierran cerca de las doce de la noche", explica con su gorro bien calado, del que escapan unos ricitos morenos. "He venido porque me han echado de mi sitio un par de rumanos", explica observando la cola que se ha formado en el dispositivo. Otra mujer entretiene la espera hurgando en la basura.
Los guardas jurados vigilan las entradas con calma. Aseguran que son muy raros los incidentes. "A veces hay algún borracho que da un poco la murga, pero como si hacen mucho ruido se les echa, tienden a ser razonables", subraya. Estos trabajadores permanecen desde las nueve de la noche hasta las nueve de la mañana en sus puestos de trabajo.
Los barracones son sólidos, viejas edificaciones de la Casa de Campo junto a la avenida de Portugal. Son espacios diáfanos con literas cubiertas por mantas azul clarito. Dentro hace bastante calor. Hasta el punto de que se observa la espalda desnuda de varios de los usuarios que ya están durmiendo en el pabellón de mujeres. En esta ocasión, dado lo excepcional del número de visitantes, este espacio lo ocupan también hombres.
Fuera, además de los indigentes que aguardan su turno, hay dos coches de la Policía Municipal aparcados en una cuneta, cerca de las instalaciones de la Cruz Roja. Sin incidentes. Sólo un pequeño problema aritmético: hay más gente de la que cabe y una firme convicción por parte de los trabajadores: "Nadie se va a quedar en la calle".
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