"La música sirve como aislante contra el envejecimiento"
Raro ejemplo de longevidad y excelencia en el pop madrileño, Los Secretos publicaron su primer vinilo de cuatro canciones el 15 de septiembre de 1980, pero ya llevaban un par de temporadas operando por los garitos de la ciudad bajo el menos edificante nombre de Tos. Son los únicos supervivientes de la nueva ola que pueden presumir de tres décadas en activo sobre los escenarios, un aniversario que celebraron el pasado 10 de octubre con el multitudinario primer concierto de su historia en la plaza de Las Ventas.
No ha habido que esperar mucho. Mañana sale a la venta una caja de dos discos compactos y dos DVD que refleja desde todos los ángulos lo allí sucedido. Los más incondicionales podrán hacerse con este fetiche discográfico esta misma noche en la Fnac de Callao, coincidiendo con una actuación de la banda en formato acústico.
"Las desgracias del pasado hoy nos habrían hecho tirar la toalla"
"Nuestra forma de concebir la belleza coincidía con la de mucha gente"
"A veces me han hecho daño cuando nos acusaban de blandos"
Álvaro Urquijo, de 46 años y único de los hermanos en activo (Javier abandonó el grupo y Enrique falleció hace ahora nueve años), admite que su sensación principal en aquella noche de octubre "se resume con una sola palabra: acojone". El teclista Jesús Redondo, dos años más joven e integrante de Los Secretos desde 1989, le acompaña en la charla y enriquece aquí y allá las contestaciones de su compañero.
Pregunta. 30 años después, ¿se sienten más sabios o sólo más viejos?
Respuesta. Más sabios y, ejem, algo más gordos. La música sirve como aislante contra el envejecimiento. Nos ha cundido el tiempo para aprender de los errores y hacer de nuestro trabajo una ocupación no mercantil, sino que influye en la vida de la gente. Hemos aprendido tanto que hasta Jesús ha descubierto que las teclas negras del piano también funcionan.
P. Pero quizás el tiempo también les haga perder capacidad de asombro...
R. Qué va. Seguimos perdiendo el culo porque la gente nos escuche una canción nueva. La edad sólo disminuye tu fortaleza. Las desgracias del pasado hoy nos habrían hecho tirar la toalla.
P. En esta última década ha habido recopilatorios, homenajes, un par de álbumes en directo... y sólo dos discos nuevos. ¿El legado de Los Secretos es una losa demasiado pesada?
R. Somos víctimas de nuestro propio pasado, sin duda, pero ése es un precio gozoso que debes pagar. Es cierto: hoy preferiría estar hablando de un disco nuevo. Por eso nos sentaremos a componer en breve.
P. ¿Qué les enseñaron en casa para que a todos los hermanos les diera por la música?
R. Nuestro padre nos inculcó la idea de que la música era un objeto de respeto máximo. Él escuchaba clásica, ópera y discos de Duke Ellington o Ray Charles, pero heredamos su aprecio por cualquier género. Nos forjamos a base de humildad, autoexigencia y deseo de ser como nuestros ídolos: Eagles, Van Morrison, Jackson Browne... A partir de ahí, tuvimos la suerte de que nuestra forma de concebir la belleza coincidía con la de mucha gente.
P. ¿Se puede ser perfeccionista y grabar discos en directo?
R. ¡No! Lo llevamos fatal. En una grabación en vivo prima la cosa emocional, pero... preferimos el estudio. Y conste que sin quitar mérito a lo conseguido el 10 de octubre en Las Ventas. Apenas hemos tenido que retocar nada del sonido original.
P. ¿Lo pasaron aquel día muy mal en los prolegómenos?
R. Yo me pongo muy nervioso siempre, pero lo del 10 de octubre, con tanta gente y teniéndonos que sincronizar con el vídeo, puede resumirse en una sola palabra: acojone. Luego entras en calor y te das cuenta de que se te tienen que romper todas las cuerdas de la guitarra y caer un par de focos encima para que no puedas sacar adelante una canción.
P. Ñoños, tristes, pijos. ¿Hasta cuándo cargarán Los Secretos con esos sambenitos?
R. A veces me han hecho daño, sobre todo cuando nos acusaban de blandos... por pura envidia de otros grupos. En cuanto a la tristeza, miren los rostros del público en el DVD de Las Ventas y luego me lo cuentan. Desde el blues y el gospel a Bob Dylan o Jackson Browne, los sentimientos de tristeza siempre han sido una buena materia prima. Es lo que tiene escribir letras con intención; si en nuestros estribillos dijéramos "mueve tu cu-cu", seguro que no nos preguntaban por ellos.
P. ¿Recuerdan con añoranza aquel Madrid de 1980?
R. Había mayor movimiento. Hoy parece que nos tuvieran más domados. Pero no nos engañemos: todo era un cutrerío. Tocábamos sin seguridad, sin camerinos, sin instrumentos decentes, sin nada. Por mucho que disfrutáramos esa explosión multicolor que fue la nueva ola y las ansias por imitar lo que estaba sucediendo en Londres o Nueva York.
P. ¿Qué habría sucedido si los Urquijo hubieran nacido en Nashville o en Los Ángeles?
R. Sólo nos conocerían en el circuito local, probablemente, y quizás estuviéramos más gordos que ahora. Pero también viviríamos de la música. Seguro.
P. 30 años en Las Ventas. Para la celebración de los 40, ¿van a ir reservando el Santiago Bernabéu?
R. No, no, Las Ventas está bien. Pero dos noches consecutivas mejor que una. Y eso siempre que no les dé por cerrarla para el rock and roll. Tal y como están las cosas...
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