El legado de Obraztsov

Las primeras marionetas rusas fueron descubiertas por un grupo de arqueólogos en la plaza Roja de Moscú, en unos estratos correspondientes al siglo XV. Eran unas figuritas de arcilla con agujeros para meter los dedos, según recoge el catálogo editado por el Festival Internacional de Marionetas de Tolosa, que arrancó ayer y que este año dedica su habitual exposición a Rusia. Ese hallazgo acredita la larga tradición de este país en el arte del títere, que tomó un nuevo impulso durante el siglo XX, donde destaca, sin duda, la figura del artista, actor y director Sergei Obraztsov (1901-1992).

"Fue un hombre con mucho talento", que consolidó el arte de la marioneta como un espectáculo de "teatro de verdad, reconocido en todo el mundo", afirma orgullosa su nieta Ekaterina Obraztsova, mientras visita la exposición montada en el Palacio Aranburu de Tolosa. Allí se ofrecen alrededor de 400 piezas procedentes tanto del Teatro Académico Central Sergei Obraztsov, ubicado en Moscú, como del Teatro Nacional de Voronezh y el Teatro de Ekaterinburgo.

Obraztsov fue un innovador. Se comprometió con experimentos teatrales. Pero por encima de ellos -no eran un fin en sí mismos- se centró en estudiar el arte del títere, su potencialidad, su variedad y la estructura de sus metáforas. Su objetivo, en definitiva, era que el arte de la marioneta se perfilara como una forma artística específica.

El reconocido titiritero ruso trabajó mucho con las marionetas de guante. "Es una marioneta muy especial, tiene muchos trucos y es muy versátil. A veces los espectadores se olvidan de que es un muñeco", resalta la nieta del artista, que continúa sus pasos en el teatro que impulsó su abuelo en los años 30 del siglo pasado.

Tyapa es uno de los personajes creado por Obraztsov. Es un niño "con más de 60 años" que protagoniza una de sus creaciones más conocidas, El concierto extraordinario, que suma ya 8.900 representaciones. "Continúa siendo uno de los espectáculos más seguidos en Moscú y uno con el que siempre nos invitan a ir de gira por otros países", destaca Obraztsova. Con este currículo se ha hecho incluso un hueco en el libro Guiness de los récords y, por supuesto, en la muestra organizada por el festival tolosarra. Allí se puede ver también otro de sus curiosos y famosos hijos, un títere de dedo reducido a la mínima expresión: el dedo desnudo, una bola de pórex y cuatro rasgos de la cara.

Es tal la huella dejada por Obraztsov que el 70% de los espectáculos que lleva a escena el teatro que lleva su nombre son todavía creaciones suyas. "Conservamos todo lo bueno que tenemos, porque, en realidad, todas las obras de Obraztsov son actuales", argumenta su nieta. Eso no quita para que al mismo tiempo se lancen a poner sobre las tablas creaciones nuevas. "Todos estamos continuamente probando cosas nuevas, pero nuestro principio básico es que lo importante del teatro de marionetas es la marioneta", apunta la sucesora del maestro ruso.

Con estas palabras se distancia de quienes optan por dejar a la vista del público el manejo de las marionetas. "Nosotros trabajamos para el muñeco, no son los muñecos los que trabajan para nosotros. Como solía decir Obraztsov, hemos enseñado las marionetas al mundo, pero son las marionetas las que nos han enseñado el mundo".

El pasado y el presente se confunden así en el Teatro Sergei Obraztsov, donde trabajan unas 350 personas. Y es que es mucho más que un teatro. Es un centro internacional donde investigar y difundir el arte de la marioneta. Para ello cuenta con dos escenarios, uno con 250 asientos y otro con 500, un festival que se celebra cada dos años, su propia editorial, dos museos, unos talleres "impresionantes" y un gabinete pedagógico. Un buen espejo para Tolosa y su festival, que el próximo año prevé la apertura del Centro Internacional del Títere en un edificio de 3.600 metros cuadrados.