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La memoria histórica

Vidas de mujeres para pagar las de hombres

En el lugar donde fueron arrojadas no hay nada. Una cruz hecha con piedras, un agujero excavado, mucha tierra removida y debajo, ellas. En Benamahoma, pedanía de Grazalema (Cádiz), se trabaja para que nunca se olvide a aquellas mujeres que el 18 de septiembre de 1936 fueron asesinadas, tras una cruel tortura, y arrojadas a una fosa que este verano fue abierta para ser investigada. Los resultados de esos trabajos arqueológicos han podido dar nombres y apellidos a esos huesos. Muchos de los familiares de esas mujeres saben ya que muy pronto las podrán enterrar. Un monumento las recordará siempre.

Según la investigación preliminar realizada por la Diputación de Cádiz, con la colaboración del Ayuntamiento de Grazalema, las mujeres fueron llamadas o arrestadas el 16 de septiembre del 36. Se sospecha que fueron humilladas públicamente. Se les cortó el pelo y fueron paseadas por el pueblo. Dos días después fueron montadas en un camión en dirección a Ronda. En el kilómetro 57, en una curva, las bajaron y las condujeron hasta el interior del campo. Obligaron a un chaval a cavar una fosa mientras a ellas las mataron con armas blancas y de fuego. El niño fue enterrado con ellas.

Hubo un terrible castigo para todas, aunque ninguna con vinculación política directa. Se las llevaron, a la mayoría, porque sus maridos, sus padres, sus novios o sus hijos, con pasado republicano o afiliación política de izquierdas, habían escapado. El informe preliminar sobre esta fosa tacha de "psicópatas" a los autores de estas muertes. "Controlan la realidad y son plenamente conscientes de sus hechos", dice el documento. Las fallecidas pagaron por ser consideradas enemigas políticas al tener ideas de izquierdas y también por ser mujeres. Sus restos aparecieron en una fosa de poco más de dos metros de largo y algo más de un metro de ancho, de apenas 70 centímetros de profundidad. Los trabajos han estado dirigidos por el arqueólogo Jesús López Jiménez y en ellos han colaborado la antropológa Sonia Gallardo, la jurista Isabel Parra y el arqueólogo Jesús Román.

La Diputación y el Ayuntamiento ya han conseguido tomar contacto con los parientes de las víctimas. En el mes de septiembre los congregaron en Grazalema y allí convinieron en preparar un sencillo homenaje. Se está preparando un mausoleo y la construcción de un monolito con sus nombres y apellidos. Para que el vacío de un agujero excavado en el suelo cobre por fin su verdadero significado.

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