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El Obispado de Lugo intentó poner a su nombre una propiedad vecinal

Hacienda rechaza la petición y confirma la titularidad al pueblo de Ribadulla

La justicia ha dado la razón a los vecinos de Ribadulla. El Obispado, todavía no. El cura de esta parroquia de Santiso, en A Coruña, lleva exactamente un mes sin pasar por la iglesia. Dejó de dar misa el 27 de octubre por orden de la Diócesis de Lugo y, desde entonces, los 162 vecinos del pueblo tienen que irse todos los domingos a Melide para recibir los oficios religiosos. La misa era la moneda de cambio que el Obispado puso al terreno del campo da festa, propiedad de los habitantes de la parroquia desde hace 41 años. El "chantaje", como denuncian los lugareños, no fue la única maniobra de la Diócesis. En abril, intentó poner la finca a nombre de la Iglesia, pero los vecinos recurrieron ante un tribunal de Hacienda. Finalmente, la justicia frenó los planes del Obispado.

La Diócesis dejó sin misa a los vecinos por el litigio del campo da festa

"Ahora está más claro que nunca que nos querían robar", afirma Luis García. Este vecino de Ribadulla guarda como oro en paño las escrituras que demuestran que el terreno del campo da festa fue cedido en 1967 a los habitantes de la parroquia por la empresa hidroeléctrica Moncabril tras la inundación que sufrió el pueblo por la construcción del embalse de Portomouros. La Asociación Vecinal de Ribadulla puso los 2.462 metros cuadrados de la finca a nombre de las 29 familias que vivían en la parroquia. Además, un informe municipal vinculado al PXOM de Santiso, en fase de tramitación, ratifica que el terreno es de "titularidad vecinal". La parte que ocupa el cementerio, la iglesia y la abandonada casa rectoral -2.070 metros cuadrados- aparece como "propiedad de la Iglesia católica".

La Diócesis, sin embargo, no hace caso de este informe. Su as en la manga es un documento notarial de 1967 que acredita que, después de la inundación, la empresa Moncabril entregó 15.000 pesetas al párroco de entonces, Don Ángel Sarandeses, "para comprar el campo de la fiesta". Los vecinos de Ribadulla se preguntan ahora dónde fue a parar ese dinero. "Se compraría otra finca o se lo gastaría en chicas", bromean. Lo que tienen claro es que las 15.000 pesetas no se invirtieron en el campo porque fueron ellos quienes lo arreglaron y construyeron el palco que todavía lo preside.

El Obispado intentó modificar la titularidad del terreno "de manera tapada", se quejan los vecinos, que finalmente recurrieron el cambio de nombre ante el Tribunal Económico-Administrativo Regional de Galicia. La resolución fue favorable para ellos y ahora la Diócesis tiene un plazo de dos meses para recurrir al Tribunal Superior de Xustiza de Galicia. "Intentaron cambiar el nombre de la finca a escondidas, así que nos están dando la razón: el terreno es nuestro", afirman los vecinos. Según ellos, el interés de la Diócesis por la finca se debe a que un posible comprador de la casa rectoral quería también el campo de enfrente.

Hace dos semanas, los vecinos de Ribadulla rechazaron negociar con el prelado del Obispado de Lugo, Alfonso Carrasco Rouco -sobrino del presidente de la Conferencia Episcopal Española y cardenal de Madrid- para "no mezclar los problemas urbanísticos con los derechos de los feligreses". Ahora, solventado el conflicto de las tierras en el juzgado, los lugareños piden todavía con más fuerza que "un cura bueno" les dé misa en su parroquia. Una portavoz del Obispado aduce que tienen que esperar a que "se haga una redistribución de los sacerdotes de la zona".

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