Chiclana
El PP y sus socios se han ido del gobierno municipal de Chiclana de la misma manera que entraron, en medio del insulto y la descalificación. El pleno de la moción de censura que devolvió a la alcaldía a José María Román se desarrolló bajo la tensión y las medidas policiales. Se ve que abandonar el poder no siempre es fácil. Los portavoces del PP, del PA y los expulsados de IU repitieron en el pleno todo lo que llevan años diciendo y que ningún tribunal ha confirmado: que José María Román, los concejales del PSOE y los socios del nuevo gobierno, las ediles del PSA e IU, están salpicados por la corrupción. Ninguna sentencia lo ha confirmado. Más aún, en el caso del Coto San José, los jueces han ratificado la inocencia de Román. Toda esa quincalla del "pacto tapadera" y "el pacto para tapar las alfombras" se cae por su propio peso porque después de 17 meses de gobierno los concejales del llamado cuatripartito miraron los expedientes al trasluz y no encontraron nada. El tiempo ha demostrado que José María Román es un gestor honrado. Por el contrario, en cuanto alguien discrepaba le sacaban un papel encontrado en Atapuerca que demostraba no sé qué irregularidad salida de la imaginación del anterior gobierno municipal. Eso le pasó a Nadine Fernández, que en cuanto se opuso a sus antiguos compañeros de IU, hoy expulsados, le sacaron una presunta irregularidad de su pareja sentimental. A la concejala del PSA le encontraron una multa de hace 15 años. En 17 meses el PP y sus socios se han dedicado a buscar la supuesta corrupción en lugar de inversiones para su ciudad. La próspera Chiclana se vino abajo por el abandono de grandes proyectos anteriores (tranvía, Ronda Oeste, centro comercial de La Longuera) y por otros objetivos políticos. Tanta denuncia llegó al ridículo de publicitar como impropia la licencia de apertura al hotel Barceló firmada por el propio alcalde Ernesto Marín. En cambio, el alguacil alguacilado: el ex regidor del PP se sancionó a sí mismo por la apertura sin licencia de una nave de su empresa. La dinámica de insultos y denuncias culminó en el pleno de la moción de censura cuando el presidente de la mesa de edad, concejal del PA, no entregó el bastón de mando al nuevo alcalde socialista y procedió a abandonar la sala acompañado por los expulsados de IU. Las intervenciones del PP estuvieron llenas de denuncias falsas y de calumnias. No es de extrañar que la ciudad estuviera tomada por las fuerzas del orden habida cuenta de que si los dirigentes políticos actúan con semejante falta de sentido común, ¿qué se podría esperar de los sencillos ciudadanos?
En contra de las conclusiones sacadas de manera apresurada por algunos, creo que la fórmula actual para elección de alcalde es la mejor. No creo que sea bueno que gobierne la lista más votada, como defiende el PP. Por cierto, que la lista más votada en Chiclana fue la del PSOE. Son buenos los pactos pero hay que hacerlos con transparencia. En las campañas electorales debe expresarse la intención de cada partido en el caso de que no haya mayoría absoluta. Si quienes encabezaban IU durante la campaña de las municipales hubieran dicho que iban a elegir de alcalde a uno del PP (ya por entonces con una sanción por tener a gente trabajando sin contrato en su empresa) es posible que muchos de sus votantes no le hubieran dado su confianza. No hay nada de malo en que haya todo tipo de pactos. Todos son legales, pero no todos son legítimos. Que las fuerzas de la izquierda se pongan de acuerdo es lógico o que lo haga el PP con opciones de centro. Pero que pacten IU y PP sin haberlo dicho antes al electorado es un fraude sin precedentes que traerá consecuencias. Todos los pactos son legales, los de antes y los de ahora. La diferencia es que el primer acuerdo entre extremos del arco político, hecho sin anuncio previo, no es legítimo. Por si fuera poco no había tal corrupción y debajo de las alfombras no encontraron otra cosa más que el suelo.
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