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Reportaje:

Viñetas llenas de 'disbauxa'

Max convierte a Pascal Comelade en personaje de cómic en 'Lo piano vermell'

Pascal Comelade es huidizo hasta en las viñetas. En el cómic Lo piano vermell, de Max, el músico se hace esperar hasta las últimas páginas. El dibujante lo retrata en la cima del Canigó como el único que conoce el secreto de las partituras de los himnos órficos, que conceden la inmortalidad. La suya es una de las escenas más hilarantes de esta nueva entrega de la Music Collection que publica Discmedi. Uno de los atractivos de esa iniciativa comiquera es el acompañamiento: los álbumes incluyen un cd (a veces, dos) con temas del protagonista de la historieta. En el caso de Comelade se trata de un disco con música inédita e interpretada en 2006 con la Bel Canto Orquestra en diferentes localidades catalanas.

Hacía años que el lector no se encontraba en las librerías con un trabajo de Max como éste, marcado por un intenso sabor local. Antes de que el heterodoxo Comelade haga su entrada estelar, por las páginas de Lo piano vermell transita un buen número de gente ligada a su carrera musical, como Víctor Nubla, Pau Riba, Jaume Sisa, el poeta Enric Casasses y el mismo Max, que subraya su amor por el surrealismo con los gamberros cameos de Luis Buñuel y Salvador Dalí.

"Más que el retrato de una generación he querido hacer un homenaje a cierto estado de ánimo de la cultura catalana, el de la disbauxa, opuesto a la seriedad de la cultura oficial. Lo que Sisa llama los galácticos", señala el dibujante mallorquín. Para conseguirlo ha realizado continuos guiños al repertorio de Comelade. Así, títulos de algunas de sus canciones o motivos de su imaginario iconoclasta se han concretado en estampas como ésa en la que se ve a la Moreneta con un cigarrillo entre los dedos de una mano, una referencia a la tradición de La Verge fumadora. Además, al final de la historieta, Max ha incluido citas del libro Enciclopèdia Lògic-fobista de la Música Catalana (Editorial Trabucaire), una obra marciana del músico. Cuando le envió el cómic, Comelade le pidió sólo una cosa: que incluyera como paisaje la plaza de Rius i Taulet de Gràcia, barrio al que está muy unido y en el que dio en los años ochenta su primer concierto en Barcelona.

No es extraño que Comelade sea el protagonista de un tebeo, porque se confiesa un amante del noveno arte. Él y Max se conocieron precisamente en una de las ediciones del Salón del Cómic. De ahí que el detective que impulsa la trama de Lo piano vermell se llame Wladimir Ottokar y venga de la Sildavia inventada por Hergé para uno de los álbumes más aclamados de Tintín.

Para el músico, según explica vía correo electrónico (es conocida su aversión a las entrevistas), el cómic es junto con el rock "el género más creativo del siglo XX", un reinado que, a su juicio, todavía mantienen por ser lenguajes "tan frenéticos, como humanos". Realmente, a Comelade no se le escapa ni una en el mundo de las viñetas y entre sus lecturas favoritas cita desde clásicos como Little Nemo in Slumberland, de Winsor McCay, y Krazy Kat, de George Herriman, a los autores de la añorada revista El Víbora o el underground estadounidense en el que se inspiró esta ya mítica cabecera.Asimismo, ha colaborado con muchos dibujantes que le han hecho las portadas de sus discos, artistas entre los que figuran Gallardo, Willem y Ceesepe.

El catálogo de la Music Collection crece además con otros dos títulos, ambos con guión de Miquel Jurado, coordinador de la iniciativa. Uno está dedicado a Miles Davis, con dibujos de Martín Pardo, y el otro a Billie Holiday, firmado al alimón con Tha. Este último es especialmente curioso porque Tha toca en un combo de jazz, lo que ha facilitado que sus ilustraciones sean tan precisas a la hora de poner en imágenes las tremendas letras de Lady Day. Un embate dramático que no tiene espacio en las páginas de Max dedicadas a Comelade, donde un ilustre concertista llamado Ricard Vinyes i Roda recuerda con añoranza al señor Josep Pujol i Mauri, estrella del Moulin Rouge que interpretaba El cant de la senyera "amb les seves genials ventositats". Y sólo es un ejemplo. Lo dicho, pura rauxa.

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