El hechizo de la Audiencia Nacional
Me pregunto qué suerte de hechizo pesa sobre el cargo de fiscal jefe de la Audiencia Nacional que hace que el mero planteamiento de reivindicaciones por parte de víctimas de dictaduras fascistas invoque en sus titulares reacciones compulsivas de defensa de los intereses de los genocidas.
Ya Fungairiño interpretó en su día como principal labor de esa fiscalía la defensa a ultranza de la impunidad del dictador Pinochet y la consecuente condena a la desesperación de las decenas de millares de familiares de sus víctimas.
Hoy, nuestro actual Fungairiño, el fiscal Zaragoza, reacciona con vehemencia para evitar a toda costa que la justicia pueda ni siquiera empañar el buen nombre del genocida Franco y sus coautores, condenando consecuentemente a la desesperación a las decenas de miles de familiares de sus víctimas, impidiendo, además, su justa aspiración a encontrar y dar digna sepultura a los restos de sus seres queridos.
Ahora bien, Fungairiño ejercía su labor en absoluta sintonía con el fiscal general, Cardenal, y éste, con el Gobierno de Aznar.
¿Puede decirse lo mismo de Zaragoza, Conde-Pumpido y el Gobierno de Zapatero.
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