Custodia de alto riesgo
Al ver el sañudo enfrentamiento, con golpes salvajes y arremetidas furiosas, un espectador distraído podría pensar que presenciaba un bochinche más de los que suelen protagonizar los barras bravas de Boca Juniors y River Plate. Pero no, había sotanas, tiaras, estandartes y cruces por medio; los contendientes eran cristianos ortodoxos griegos y monjes armenios y el lugar de la contienda era nada menos que la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén, donde dice la tradición que fue crucificado y enterrado Jesús. Fue tal la magnitud de la gresca que la policía israelí tuvo que intervenir para separar a los gladiadores con sotana y encarcelar a uno de ellos por bando, quizá para mantener la neutralidad de los Santos Lugares.
El Santo Sepulcro está custodiado por seis confesiones cristianas -latinos, ortodoxos griegos, armenios, coptos, sirios y etíopes- según un rígido estatuto de tiempos y espacios grabado a fuego desde 1757.
Resulta que cuando hay teología de por medio, cualquier cominería por sutilidades conceptuales se enciende en conflagración. Recuérdese la controversia filioque causante de la separación ortodoxa o la envenenada disputa en los albores del cristianismo sobre si Cristo era igual o semejante a Dios -Homooúsios o Homoioúsios, una sola letra en disputa-. La batalla campal del domingo pasado recuerda que las inquinas entre confesiones próximas, casi hermanas, por excederse un minuto en la adoración pueden ser tan peligrosas como una cruzada o yihad.
Pierbattista Pizzaballa, católico, superior de la Custodia de Tierra Santa, se declaró horrorizado. "Es un escándalo. ¿Qué credibilidad tenemos los cristianos cuando pedimos a los israelíes y palestinos un diálogo si nosotros actuamos así?". Pregunta retórica, respuesta innecesaria. Dados los antecedentes de frecuentes peleas entre monjes cristianos, no deberían modificarse los estatutos del siglo XVIII que regulan una convivencia imposible. O eso, o se llama a las fuerzas antidisturbios cada vez que coincidan ortodoxos griegos y armenios, como en los partidos de fútbol de alto riesgo.
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