Un día en San Sebastián con Martín Berasategui
Un breve paseo por 'La Bella Easo' de la mano del excelente restaurador vasco
"Si quiero escapar, huir de la rutina, me refugio en San Sebastián". El paraíso de Martín Berasategui ha sido y sigue siendo cuna de cocineros que como él han sido capaces de llevar el arte a la gastronomía. Una ciudad mosaico donde la dieta, como en todo el País Vasco, supera la calificación de placer. EL VIAJERO, acompañado por el gran restaurador vasco, propone un recorrido imprescindible para quiénes sólo puedan gastar una jornada en la ciudad. La vista, el gusto y el olfato seguro serán recompensados.
El día comienza en el puerto de San Sebastián (1). Situado al sur del barrio de Urgull, la primera parada es en la dársena pesquera, desde donde muy temprano parten las tripulaciones para hacerse a la mar. "La imagen del barco que se aleja hacia el horizonte es algo que asocio sin duda a mi infancia", asegura Berasategui. El gris de la piedra se funde con el azul del cielo en este pequeño puerto que data del siglo XV.
Desde aquí es fácil aventurarse por lo viejo. Perderse por las calles que bordéan el puerto, para volver a encontrarse en La Bretxa (2), otro de los puntos clave de la capital guipozcoana. "Me crié en los mercados de Donosti. Fascinado por los alimentos, por sus colores, sus texturas... Entonces era sólo un crío, pero ya tenía claro que de mayor sería cocinero". La Bretxa fue el gran mercado de abastos de la ciudad, pero después de las últimas reformas dio paso a un centro comercial con el que los donostierras han sido bastante críticos. Aún así, todavía conserva algo de nostalgia.
El frontón de la Plaza de Trinidad (3), también en la Parte Vieja, es un buen lugar para aproximarse a la pelota, el genuino deporte de origen vasco. Frente a él, la Basílica de Santa María, alberga a la patrona de la ciudad. Esta zona es además la que concentra el mayor número de bares donde disfrutar de los típicos pintxos. Pasando por la calle del 31 de agosto (la única que sobrevivió al incendio que provocaron las tropas francesas en 1813), se llega a la Plaza de la Constitución (4), donde arrancan cada año las fiestas de San Sebastián con la tamborrada.
En lo alto de la colina de Urgull se encuentra el Castillo de la Santa Cruz de la Mota (5), y el monumento al Sagrado Corazón. Desde esta estatua de Cristo, erigida en 1950, se contempla unas espectaculares vistas de toda la bahía de la Concha.
De vuelta al Centro, se puede hacer una parada en los jardines de Alderdi-Eder (6), que se alzan frente al Ayuntamiento, antes de dirigirse a La Concha (7). La playa más emblemática de la ciudad, es un destino necesario. "La visita a San Sebastián no puede acabar sin un paseo tranquilo, sosegado, por la playa de la Concha", recomienda Berasategui.
Para poner el broche final, "el paisaje imprescindible es el que se ofrece desde el faro al atardecer". El monte Igeldo (8), al otro lado de la bahía, corona uno de los lugares más emblemáticas de San Sebastián, que tiene el mismo nombre. El faro se alza sobre él, y permite contemplar desde lo alto la playa de Ondarreta. También alberga el parque de atracciones, que se remonta a 1912, al que se puede llegar en funicular.
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