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Crítica:POP
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Del satén al ébano

Hay que reconocerle al músico británico Mathew Herbet la capacidad para dotarse de un microcosmos sonoro a su alrededor, formado por una pléyade de excepcionales instrumentistas, vocalistas y artilugios sonoros de toda clase. Lo hace tanto cuando se escora hacia la electrónica de barniz house que siempre le ha caracterizado como cuando, y eso es lo más meritorio, se decanta por rodearse de una big band de jazz sin por ello desnaturalizar el género hasta volverlo una caricatura de sí mismo.

Serían incontables las tropelías que, en el nombre del jazz y con la coartada electrónica, se han cometido en las últimas temporadas, pero Herbert tiene la suficiente reverencia por las fuentes de las que bebe como para no desvirtuar, pese al arsenal de loops y samplers del que se sirve, el formato de una big band de 16 músicos (saxos, trombones, trompetas, piano y batería), en este caso bajo la dirección de Peter Wraight.

MATTHEW HERBERT BIG BAND

Heineken Greenspace. Valencia, sábado 8 de noviembre de 2008.

El mismo formato con el que ya nos visitó hace tres años en la misma sala, y que en la noche del sábado se presentó no sólo con un nuevo álbum bajo el brazo (Theres me and There's you), sino con una nueva vocalista que reforzaba aún más el trazo vintage y de etiqueta de la presentación. La voz de satén de su ex pareja Dani Siciliano ha quedado atrás, dando paso al leonino vozarrón de ébano de Eska Mtungwazi, una brillante vocalista que no puede casar mejor con las piezas del nuevo disco, que copó casi por completo el repertorio de la noche, aderezado con las consabidas críticas al arbitrario poder de los medios de comunicación (ese despedazamiento de periódicos, todos locales, sobre el escenario: Herbert pidió que fueran todos de derechas).

Los únicos puntos de fuga a tan impecable, elegante y exuberante tónica general fueron, cómo no, esas dos piezas de Bodily Function, su excepcional y nunca superado álbum de 2001, que siempre rescata: Foreign Bodies y The Audience soportan cualquier cambio de tratamiento que se les eche.

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