El futuro del fútbol
- "Plus ça change, plus c'est la même chose [cambiar para que todo siga igual]".
- Proverbio francés
El mismo día en que Estados Unidos elige a un presidente negro, un árbitro sueco marca un hito en la historia del fútbol al decidir, en el partido de Champions del pasado martes entre el Liverpool y el Atlético de Madrid, que no hay ningún problema con que los jugadores toquen el balón con las manos.
Corren tiempos raros. Ex primeros ministros tailandeses, jeques árabes, oleogarcas rusos, financieros estadounidenses y multimillonarios islandeses se venden y compran clubes de fútbol ingleses, y los aficionados del país más excéntrico de Europa -el que se aferra a su libra, desdeñando el euro- siguen tan contentos.
Los socios del Ebbsfleet, de Quinta División, pagan 43 euros, y pueden votar la alineación del equipo
Pero lo más raro, o lo más novedoso, y lo que además representa una alternativa extraordinariamente creativa a la irrupción de dueños megarricos en la Premier League, es lo que está ocurriendo en la quinta división inglesa, la Blue Premier.
El club Ebbsfleet United tiene no un dueño sino 31.000, sin excluir una fuerte participación extranjera, como corresponde a la época en la que vivimos. Sólo que en este caso los dueños provienen de 122 países y son todas personas normales, sin acceso a grandes fortunas. Es una de las ideas más creativas y más simpáticas que han surgido del bullicioso mundo de internet.
La página web www.MyFootballClub.co.uk se lanzó el 26 de abril del año pasado con una invitación a los navegantes futboleros a contribuir con 35 libras, o 43 euros, cada uno para la compra de un club cuya identidad todavía no se había decidido. Para el 10 de agosto se habían apuntado más de 12.000 socios, con un tesoro acumulado de cerca de 600.000 euros. Nueve clubes de las Ligas menores inglesas se presentaron a MyFootballClub como opciones de compra. Los socios discutieron el tema en los foros de la web, examinaron las opciones, y eligieron -tras una votación- al Ebbsfleet United. El 13 de noviembre ambas partes llegaron a un principio de acuerdo, y el 12 de febrero de este año, tras varias reuniones virtuales multitudinarias y más votos por Internet, acordaron aceptar una oferta de Nike como proveedor de la vestimenta de los jugadores y el merchandising del club.
Todos los socios tienen el derecho a participar en las decisiones importantes del Ebsfleet, desde las que corresponden a las finanzas hasta la selección del once titular, por mayoría democrática. Afortunadamente para el entrenador, los dueños, cuyo número hoy asciende a 31.000, han tenido la sensatez en general de dejarle una buena dosis de autonomía sobre lo que ocurre en el campo.
Y ha dado fruto. La fantasía virtual se hizo gloriosamente realidad cuando el Ebbsfleet, fundado hace 116 años, llegó a la final de la FA Trophy en Wembley, el 10 de mayo, por primera vez en su historia. Acudieron 26.000 aficionados del equipo al estadio, una cifra récord para este torneo, procedentes de 20 países, entre ellos Australia, Croacia, Turquía, Estados Unidos e Italia. Ganaron, por supuesto, 1-0.
En julio vendieron más abonos que nunca para la actual temporada e incrementaron aún más sus ingresos tras adoptar la idea de un socio de vender canciones y otros productos, vía la página web del club, a través de empresas como Apple iTunes, que le dejan un porcentaje. En agosto invirtieron parte de su fortuna en el fichaje de un delantero del Cambridge City por 25.000 euros, pero el desembolso lo compensaron ampliamente cuando votaron, después de largas y a veces acaloradas discusiones en los foros, a favor de vender a su mejor jugador al Bristol City por 180.000 euros.
Quizá hoy se arrepientan de esa decisión. El equipo ha perdido sus últimos cinco partidos de Liga y ronda las zonas de descenso. Pero eso es el fútbol. Algunas cosas nunca cambian.
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