Curro González reflexiona en colores
El artista abre una nueva etapa con 'El final de la línea', en la galería Rafael Ortiz de Sevilla
Curro González (Sevilla, 1960), uno de los artistas más originales del panorama andaluz, es dueño de un lenguaje, propio ajeno a cualquier tendencia, que ha ido forjando desde comienzos de los ochenta y que está en continua ebullición. La galería Rafael Ortiz de Sevilla inauguró ayer la muestra El final de la línea en la que el artista reflexiona para situarse, tanto él mismo como al espectador, en un punto sin retorno, ante un abismo. Son 17 obras sobre tela y una escultura en barro policromado, todas realizadas en 2008, en las que Curro González ha recuperado el color que caracterizó sus trabajos de los ochenta.
"Mi paleta se había ido reduciendo durante estos últimos años y en 2005, cuando terminé las dos grandes obras que están en la BIACS (Bienal Internacional de Arte Contemporáneo de Sevilla que se celebra actualmente en el monasterio de La Cartuja) llegué a la saturación de un camino", explica el artista, quien ha vuelto a los colores puros "que tienen que ver con la pintura de tradición matissiana de mis inicios".
La exposición, que se inauguró ayer y estará abierta hasta el 31 de diciembre, está plagada de referencias pictóricas, literarias y musicales. El lienzo El origen del mundo , con el que Gustave Courbet escandalizó a la sociedad francesa de finales del XIX inspira las montañas de Al final de la línea , la obra que da título a la muestra. "Es un juego contradictorio. En la montaña, que tiene la forma del torso de mujer que pintó Courbet, hay un túnel en el que se ve una pequeña luz; sin embargo, hay una señal de calle sin salida. Es el final que todos buscamos y al que parece que no vamos a llegar", comenta el artista, cuyas obras forman parte de las colecciones del Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, la Fundación La Caixa, el Banco Exterior de España y el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, entre otras.
Ciegos ante una cascada , un gran lienzo de 325 por 200 centímetros, se complementa con la escultura de barro. "Parto de un cuento oriental que, al final, te enseña que el conocimiento del hombre es siempre parcial. Mientras que la escultura está basada en La parábola de los ciegos , de Pieter Brueghel, que te da la idea de que la humanidad va hacia una caída forzada", comenta. El islote, una inmensa roca en el mar que alude con humor a la poesía de Auden, la serie Falsas epifanías y un cortometraje de animación, forman también parte de la muestra.
en la galería rafael ortiz (c/ mármoles, 12). sevilla. hasta el 31 de diciembre. gratuita.
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