_
_
_
_
Reportaje:

La escuela de la pianista rebelde

Almudena Cano da nombre desde ayer al centro municipal de música de Arganzuela, donde estudian 400 alumnos

Desde una fotografía suya de grandes dimensiones, Almudena Cano sonreía ante quienes asistían ayer, en el edificio rehabilitado de un antiguo mercado, a un homenaje cargado de justicia: la inauguración, con su nombre, de un centro donde estudian 400 alumnos de todas las edades, la Escuela Municipal de Música de Arganzuela, en el pasaje de Tortosa, a un latido de la glorieta de Atocha. Bajo su sonrisa, sobre un piano cedido por el recientemente desaparecido Félix Hazen, Rosa Torres Pardo interpretaba, conmovida, tres piezas póstumas de Franz Schubert, uno de los autores favoritos de su amiga Almudena.

Alberto Ruiz-Gallardón, alcalde de Madrid, amigo de ambas pianistas, acababa de dirigir la palabra a los presentes: "Fue ella quien nos convenció de que era preciso cambiar radicalmente de mentalidad y de hacer de la música parte esencial de la educación", dijo. El grado de desarrollo de la enseñanza musical de un país mide el grado de progreso de ese país, añadió. Y esgrimió aún otra convicción: "Ella nos enseñó también que resulta difícil alcanzar la condición de persona si no es transitando por el mundo del arte y de la música".

Con tres años gateaba al piano familiar y tecleaba música de la radio

Tales ideas guiaron la vida de la pianista Almudena Cano, nacida en la calle de Ríos Rosas de Madrid en 1951 y muerta a consecuencia de un cáncer de pulmón en octubre de 2006, con 55 años. Por esas quimeras, hechas realidad ayer, peleó con denuedo para erradicar así las inercias que hicieron que España, durante siglos, considerase la música algo auxiliar, secundario. La velada matinal fue, por ello, un acto evocador y de reivindicación de la figura de una mujer inconformista y rebelde, que supo dialogar en el éter para esparcir en su seno las mejores notas de su piano y luego -tarea mucho más ardua- para formar a cientos de alumnos, en conservatorios de música, también en salas de conciertos, desde Amsterdam a Nueva York, en la desenvoltura de ese lenguaje que sabe unir los corazones y elevarlos hacia los sublimes parajes donde tiene su morada: la música. "Fue una intérprete extraordinaria, más preocupada por la musicalidad que por la técnica, que dominaba maravillosamente", opina Andrés Ruiz Tarazona, renombrado musicólogo presente en el homenaje.

¿Cómo era ella? "Mi hermana era una persona divertida, que tenía un comentario jocoso para todo", explica Agustín Cano, profesor de historia, eufórico al saber que se ha hecho justicia con la memoria de Almudena Cano. "Entregó su pasión al piano y, sobre todo, a su enseñanza; ver hoy su nombre en esta escuela municipal me produce enorme alegría".

Agustín Cano prosigue: "Parece inverosímil, pero su vocación musical comenzó a los tres años. No hubo músicos en la familia", explica. "Su único contacto con la música había sido un viejo piano en el que practicaban los hermanos mayores. Cuando dejaban libre la banqueta del piano, Almudena gateaba y se encaramaba hasta ella; entonces, con dos dedos, tecleaba las mismas notas de la última canción que acabada de oír en la radio". "Mis padres la pusieron en manos de una señora, doña Concha, que tocaba el armónium. A los seis años, ya estaba en el Conservatorio de Madrid".

Su primera maestra fue Carmen Díez Martín. Luego lo sería Juan Carlos Zubeldía, quien le enseñó a desplegar su talento en auditorios europeos y americanos. Desde Córdoba, donde obtuvo cátedra, montó la Escuela Musical de Verano de la localidad de Lucena, vinculada a cuanto más quiso en su vida. Obtendría después, a los 34 años, cátedra en Madrid. Desde aquí batallaría sin descanso por abrir a todas y todos el acceso al deleite de una música que ayer, su colega y amiga Rosa Torres Pardo recreó para ella, con el brío de su sentimiento y el fulgor de su inteligencia. Todo ello explicaba por qué Almudena Cano sonreía desde su fotografía.

La pianista Rosa Torres Pardo en la inauguración de la Escuela Municipal Almudena Cano.
La pianista Rosa Torres Pardo en la inauguración de la Escuela Municipal Almudena Cano.CLAUDIO ÁLVAREZ

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_