"Luquitas tiene su genio"
Leivinha, delantero del Atlético en los 70, define a su sobrino Lucas, medio del Liverpool
"Vamos a ver si nos entendemos. ¿Y qué más me da que mi sobrino Lucas juegue en el Liverpool? ¡Yo quiero que gane el Atlético! En este caso, la familia no puede estar por encima de mis sentimientos". El brasileño João Leiva, Leivinha para la generación de españoles que saborearon por primera vez sus bicicletas, mantiene viva su devoción por la camiseta que compartió con jugadores como Gárate y Reina en el Atlético de Madrid entre 1975 y 1979. Su sobrino Lucas Leiva se enfrenta hoy al conjunto rojiblanco defendiendo al Liverpool. Un partido que el centrocampista, de 21 años, podía haber jugado en el bando contrario si llega a seguir los consejos de su tío. "Buff, madre mía, qué me va a decir... Anda que no me insistió para que fichara por ellos, pero a mediados de 2007 Rafa Benítez me convenció. Bueno, y que el Liverpool fuera campeón de Europa y el Atlético no tenga ninguna", recordaba Lucas Leiva dos semanas atrás en las catacumbas del Calderón.
Tanto se repitió Leivinha que casi se salió con la suya. "Estuve muy cerca de fichar por el Atlético cuando jugaba en el Gremio. De hecho, tuve que cancelar la reserva del avión", asiente Lucas. "La verdad es que no esperaba dejar Brasil tan pronto, pero la oferta del Liverpool era tan buena...", casi se disculpa. Criado en las categorías inferiores del Gremio de Porto Alegre, el medio no se parece en nada al "cascarrabias" de su tío. "¿De tal palo tal astilla? ¡Pero si el joven cava trincheras en el campo! Porque tienen el mismo apellido, que si no...", se desternilla Miguel Reina. "He sido un poco malo, pero en serio, mi Leivinha era un delantero que sembraba el caos. Además, el muy pellejo tenía un don innato para parar la pelota con el pecho. ¡Parecía que tenía un colchón!", apunta el padre de Pepe Reina. "Eso sí que son genes... Luquitas es buen chico, lo que le pasa es que es muy impetuoso. Como todos los jóvenes se piensa que tiene que jugar todos los partidos. Y no es así. Poco a poco, si es listo y paciente, se ganará un hueco determinante en el equipo", interviene Leivinha desde São Paulo, donde trabaja de administrativo, "con unos kilitos de más", en el Palmeiras.
"Bueno, si el chaval no hereda eso, tanto mejor", sueltan en el Atlético, donde cada temporada esperaban la llegada de Leivinha "con cierta ansiedad" tras las vacaciones de verano. "Es que tenía tendencia a engordar, pero era por culpa de su metabolismo, no porque se hinchara a comer", considera Gárate, con el que alzó el título de Liga de 1977 y la Copa un año antes. "Aun así, ya se le podría parecer en todo, ya quisiera. ¡Pero qué voy a decir del introductor de la bicicleta en España", porfía el colchonero. "¡Ja, ja, ja! Que se lo pregunten a Sol. El pobrecito, que era lateral derecho, desconocía la jugada, no la había visto en su vida. Esos que dicen que Robinho la reinventó... ¡Anda ya!", se parte Luis Pereira, que aterrizó en el Atlético junto a su paisano tras barrer al Real Madrid en el Trofeo Carranza de 1975. Tras el espectáculo, Salvador Santos, el entonces vicepresidente rojiblanco, hizo números y les echó el lazo a los dos -por 70 millones de pesetas de la época- mientras cruzaban el charco en el mismo avión.
"He tenido la suerte de jugar con Pelé, Jairzinho y Rivelino, futbolistas que ya no se ven, como Quini, pero Lucas tampoco se queda atrás", prosigue su tío a su favor. De repente le cambia la voz, se le vuelve ronca como un motor: "Tiene su genio". Tanto que le ha servido para debutar con la absoluta, haber capitaneado a la sub 20 y ser bronce en los Juegos de Pekín. "Es el Gerrard brasileño", responde todo serio un aficionado del Liverpool parapetado detrás de una pinta. "¿Qué puedo decir? En cada entrenamiento siempre aprendo algo de él", replica Lucas. Benítez no tiene dudas: "Puede intervenir en las dos áreas sin que repercuta en su calidad, estoy seguro de que Gerrard, Xabi Alonso y Mascherano se sienten un poco presionados por él".
"Soy hincha de Lucas, pero tiene mucho tiempo por delante. Contra el Atleti, que pierda", se despide Leivinha, no sin antes pedir un deseo: "Que le respeten las lesiones. Yo me retiré con 29 años, con las rodillas hechas trizas de tantas patadas. Por no hablar del tobillo que me machacó el portero de Zaire cuando se me cayó encima en el Mundial de 1974 en Alemania. ¿Cómo se llamaba? Kazadi".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.