Llamando a la ISS...
Un instituto cordobés contacta con la Estación Espacial
"Oscar Radio Four Indian Sierra Sierra... Here is Eco Alfa Seven Unit Four Radio Charlie Seven... calling", Enrique Cabello, de la Unión de Radioaficionados de Córdoba, repetía ayer como una letanía estas palabras, desde el IES Trassierra de Córdoba. Su objetivo: contactar por radio con la Estación Espacial Internacional (ISS en sus siglas en inglés). No había respuesta. Tras un par de minutos insistiendo con la sola contestación de una monótona interferencia, la voz del astronauta E. Michael Fincke sonó metálica, pero clara, en el abarrotado salón de actos del instituto: "Buenos días a todos", dijo. El IES Trassierra se acababa de convertir en el primer centro educativo andaluz que hablaba con la base orbital. Ya podía comenzar una de las clases más alucinantes que sus alumnos iban a recibir.
Una veintena de chavales fueron los elegidos para preguntar en directo -y en inglés- otras tantas cuestiones al ingrávido estadounidense. Una pantalla indicaba la posición de la ISS y el margen geográfico de comunicación que disponía con el centro escolar. El tiempo corría rápido así que, uno a uno, los alumnos fueron desgranando sus preguntas, que habían sido acordadas días antes por el conjunto de estudiantes y profesores: ¿Qué tipo de alimento come? ¿Qué es lo que más echa de menos? ¿En qué consiste su misión? ¿Cómo se ducha? ¿Y cómo va al servicio?
Fincke respondió diligentemente cada pregunta con contestaciones igual de directas. "La comida es buena, pero no es fresca"; "Lo que más echo de menos es a mi familia, pero tenemos buenas comunicaciones y puedo hablar con ellos a menudo"; "Nuestra misión consiste en preparar la estación para que puedan trabajar hasta seis astronautas, actualmente somos tres"; "No nos duchamos como en la Tierra, estamos deseando volver a casa para hacerlo"; "Para ir al servicio usamos un sistema especial de succión que es muy sanitario". Y en unos minutos, la voz del astronauta volvía a tornarse interferencia. La ISS se adentraba en África y, con la distancia, se perdía la señal. Lo último que Fincke escuchó fue el aplauso de los profesores y los alumnos reunidos en el salón de actos.
Terminaba así un trabajo de casi dos años, que se inició cuando una profesora del centro escuchó la noticia de que un instituto de Orense había logrado comunicarse por radio con la ISS. Al aceptar su propuesta de repetir la experiencia en el Trassierra, el instituto se embarcó en una doble aventura. Por un lado, desarrollar actividades educativas en las asignaturas relacionadas con el espacio; y por otro lograr las ayudas necesarias para instalar la antena de nueve metros necesaria para hablar con espacio.
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